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el_eje_del_mal

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El <strong>eje</strong> d<strong>el</strong> <strong>mal</strong> es heterosexual<br />

hermafroditas, y que constituyen entre <strong>el</strong> 2 y <strong>el</strong> 4 % de la población humana.<br />

Una diversidad de intersexuales diferentes llenan las páginas d<strong>el</strong> artículo:<br />

personas con caracteres sexuales secundarios de las dos categorías sexuales<br />

normativizadas-estereotipadas, otras con caracteres sexuales primarios, tales<br />

como las gónadas (ovarios y testículos) de ambos sexos «biológicos», algunas<br />

de <strong>el</strong>las con una sola gónada compuesta por tejido ovárico y testicular,<br />

personas que en teoría, con una tecnología apropiada, podrían autofecundarse<br />

y ser, al mismo tiempo, padres y madres de sus propios hijos; personas que<br />

pueden mantener r<strong>el</strong>aciones «heterosexuales» con los dos mod<strong>el</strong>os de sexo;<br />

personas que en ocasiones reivindican su derecho a permanecer con sus<br />

cuerpos intersexuados...<br />

Concluyendo, <strong>el</strong> artículo visibiliza la clara existencia de un continuo entre<br />

los mod<strong>el</strong>os de sexo (biología) y por lógica de género (cultura) que establece<br />

la norma sexual dicotómica existente en las sociedades «occidentales» en las<br />

que vivimos.<br />

También visualiza la existencia de dicha norma sexual, que presiona a<br />

todos los individuos de la especie humana hacia alguno de los mod<strong>el</strong>os<br />

establecidos; a interiorizar una identidad de género y sentirla como propia,<br />

pero según dos y sólo dos mod<strong>el</strong>os de género que <strong>el</strong> sistema establece como<br />

únicos posibles.<br />

Es una constatación de la frase-hipótesis: «No se nace mujer, se llega a<br />

serlo», que Simone de Beauvoir tuvo la lucidez de expresar en su obra El<br />

segundo sexo, escrito en 1949. Las personas transexuales somos la constatación<br />

empírica de dicha hipótesis.<br />

La transexualidad como proceso que ha existido a lo largo de la historia y en las diferentes culturas<br />

Numerosos documentos muestran cómo a lo largo de la historia y en distintas<br />

culturas han existido personas que no se adaptaban a los mod<strong>el</strong>os de sexogénero<br />

impuestos por <strong>el</strong> sistema social, siendo muy frecuente la existencia de<br />

personas catalogadas como hombres, y que tras su muerte o por <strong>eje</strong>mplo un<br />

accidente, se descubre que biológicamente eran d<strong>el</strong> sexo «mujer».<br />

Es a partir de la década de 1950 cuando se acuña <strong>el</strong> término transexual, en <strong>el</strong><br />

momento en <strong>el</strong> que la tecnología hace posible la transformación corporal-sexual,<br />

incluyendo la cirugía de genitales; y se establece como una categoría de<br />

sexualidad «anor<strong>mal</strong>», pero real y comenzó, por lo tanto, a consensuarse la<br />

necesidad de un apoyo médico-científico con <strong>el</strong> objeto de acabar con <strong>el</strong> sufrimiento<br />

que tal condición ocasionaba en las personas que lo experimentaban. Todo hay<br />

que decirlo, tal objeto pronto se convirtió para muchos médicos en una<br />

provechosa fuente de ingresos, en un negocio, <strong>el</strong> negocio de las operaciones de<br />

cambio de sexo, casi siempre realizadas desde consultas privadas.<br />

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