el_eje_del_mal
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El <strong>eje</strong> d<strong>el</strong> <strong>mal</strong> es heterosexual<br />
explotación que se inscriben de manera somática como dolor y anh<strong>el</strong>o, tanto<br />
en sus cuerpos como en su psique. A la vez se crean nuevas estrategias de<br />
resistencia, nuevos espacios de contacto y nuevas definiciones de identidad.<br />
La posición de la/<strong>el</strong> «extranjera/o» se sitúa en alguna medida de forma<br />
paral<strong>el</strong>a con la posición de lo «queer» a niv<strong>el</strong> d<strong>el</strong> efecto interp<strong>el</strong>ador creado<br />
por las políticas de exclusión estatal. Lo «queer» es lo silenciado, lo no visible,<br />
lo que sólo se articula como sobredeterminación, exagerando, ya sea <strong>el</strong> lado<br />
seductor o <strong>el</strong> lado carnavalesco. Es lo no articulado dentro d<strong>el</strong> marco oficial<br />
de representación o lo escondido detrás de clichés de lo exótico o lo grotesco,<br />
evadiendo así la seriedad de la existencia de lo «queer» como complejidad<br />
social. Lo «queer» se ha transformado en algunas metrópolis occidentales en<br />
marca de consumo, puesta también en la pantalla por unos medios de<br />
comunicación empeñados en resaltar lo excéntrico y lo trágico. En la<br />
representación mediatizada, sobre todo de los «gays», resalta <strong>el</strong> glamour, lo<br />
«camp», la travesti, racializando u orientalizando figuras que ocupan una<br />
posición única por su procedencia geográfica o por su color de pi<strong>el</strong>. En estas<br />
representaciones la posición de la/<strong>el</strong> «extranjera/o» es presentada mediante la<br />
acentuación de características fenotípicas y <strong>el</strong> manejo de la lengua.<br />
Mientras que se encuentran rasgos paral<strong>el</strong>os en la representación de lo<br />
«queer» y de lo «extranjero», los mecanismos a través de los que se construyen<br />
estas dos posiciones, así como las posiciones en sí, no son idénticos, ya que la<br />
posición de la «extranjera» no es silenciada, sino que más bien se crea sobre la<br />
base de su pronunciación pública, creando un doble efecto paral<strong>el</strong>o de<br />
visibilidad e invisibilidad. El marco geo-político en <strong>el</strong> que estas dos categorías se<br />
encuentran en <strong>el</strong> contexto de la inmigración y <strong>el</strong> asilo, resalta las diferentes<br />
genealogías y los hilos entr<strong>el</strong>azados que impactan sobre los sujetos migratorios<br />
y/o queer. Teniendo en cuenta esto no se trata de recrear <strong>el</strong> marco de la doble o<br />
triple opresión, sino más bien de resistir <strong>el</strong> intento de homología entre lo «queer»<br />
y lo «extranjero» como dos efectos de diáspora inter- y contrapuestas.<br />
En <strong>el</strong> caso de la posición d<strong>el</strong> sujeto migratorio, <strong>el</strong> espacio público de<br />
representación que se crea, va marcado por una política omnipresente<br />
de ciudadanía y exclusión, ya que la existencia individual, las prácticas<br />
colectivas y los saberes de los sujetos migratorios en particular, marcados por<br />
las políticas de ilegalización, no llegan a formar parte d<strong>el</strong> texto oficial de<br />
representación. Es en r<strong>el</strong>ación a esta ausencia e inaccesibilidad al texto de<br />
representación que Gayatri C. Spivak define la posición de la «subalterna»<br />
(Spivak, 1988). Es una posición en la que <strong>el</strong> sujeto carece de toda clase de<br />
movilidad social. Desconectada de toda clase de vínculo y de acceso a un<br />
texto representativo, «la subalterna» es la sinécdoque de la aporía global entre<br />
un mundo capitalizado y un mundo completamente excluido de este proceso,<br />
aunque la explotación de sus recursos sea fundamental para <strong>el</strong> desarrollo<br />
global. Atribuir a la «extranjera», en general, la posición de la subalterna, sería<br />
<strong>mal</strong>entender a Spivak, ya que ésta ha entrado en <strong>el</strong> mundo occidental y vive<br />
en él. Sin embargo, se convierte igualmente en una figura paradójica cuando<br />
carece de pap<strong>el</strong>es o su presencia sólo es admitida por un contrato de trabajo<br />
de tiempo definido. Dentro de la situación de indocumentación, <strong>el</strong> sujeto<br />
migratorio no tiene acceso a la infraestructura que rige <strong>el</strong> país en <strong>el</strong> que vive,<br />
aunque obtenga <strong>el</strong> acceso gracias a redes de solidaridad. Sus posibilidades de<br />
movilidad, aunque haya conseguido llegar a Europa, son limitadas e incluso<br />
pueden terminar en una deportación, anulando en <strong>el</strong> acto los retos hasta ahí<br />
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