el_eje_del_mal
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El <strong>eje</strong> d<strong>el</strong> <strong>mal</strong> es heterosexual<br />
que ha hecho precisamente lo que se espera de una mujer —tiene un carrito<br />
de bebé y un anillo de boda. Sí, mi vieja amiga parece descaradamente<br />
convencida de su propio triunfo y perfección. Y como la mayoría de la gente<br />
con la que me encuentro, busca una explicación para mi desviación de su<br />
mundo. Sin invitación, continúa su narración sobre mí. Recuerda que apenas<br />
tuve novios en <strong>el</strong> instituto. De acuerdo, vale, pienso para mí, rememorando<br />
multitud de experiencias y atenciones de chicos. Quizás no con <strong>el</strong> tipo<br />
adecuado de chicos, o en <strong>el</strong> modo aceptable de ir de la mano a espacios<br />
públicos y actos importantes. Entonces, como ahora, no me podía acomodar<br />
a las normas sobre cómo deben ser las r<strong>el</strong>aciones entre chicos y chicas.<br />
Prefiero no entrar ahí, pero me irrita que de repente resulte más fácil ahora,<br />
cuando soy bollera, explicar cómo era entonces. Resulto más fácil de<br />
comprender como queer y desviada. Nacida bollera.<br />
La verdad es, que nunca estuve secretamente enamorada de mi mejor<br />
amiga en <strong>el</strong> colegio. No puedo conectar con mi auténtica niñez lesbiana. No<br />
tuve una. Quizás eso signifique toda la diferencia.<br />
* * * * *<br />
Ese primer beso, la primera chica, <strong>el</strong> verdadero primer momento. ¿Cuándo lo<br />
supiste? ¿Has sido siempre bollera? Esos recuerdos, esas preguntas. Sólo los<br />
desviados están forzados a salir d<strong>el</strong> armario. Tienes que contar una historia<br />
que te haga comprensible para la gente, tanto gay como hetero. Tienes que<br />
describirte y explicarte continuamente a ti misma. Vale, la mayoría de las<br />
veces cambio de tema al llegar a este punto. Pero en ocasiones es<br />
terriblemente cansado. Los que no comparten tu mundo a menudo te<br />
consideran obsesiva, como si estuvieras hablando demasiado de tu sexualidad.<br />
¡Cómo si la gente hetero no lo hiciera!<br />
Estos primeros momentos son importantes para las identidades queer. Y la<br />
mayoría de las bolleras de hecho recuerdan <strong>el</strong> momento exacto en <strong>el</strong> que<br />
supieron que eran diferentes. A veces es casi una competición sobre quién<br />
salió primero d<strong>el</strong> armario, o quién tuvo <strong>el</strong> menor número de encuentros<br />
hetero. No es sorprendente que las historias de salida d<strong>el</strong> armario suenen tan<br />
parecidas. Quizá es <strong>el</strong> anh<strong>el</strong>o de ser auténtica y de pertenecer a una<br />
comunidad queer. Y la gente utiliza sus historias de forma estratégica. Se<br />
convierte en un lenguaje común, una forma de crear pertenencia en una<br />
sociedad heterosexista. Pero más allá de esa marca de pertenencia, todas<br />
tenemos historias diferentes, experiencias diferentes y, sobre todo, diferentes<br />
formas de contar esos momentos. Vamos a prestarles atención.<br />
Escribo esto por esa falta de niñez lesbiana. Por la necesidad constante de<br />
salir d<strong>el</strong> armario, por ser leída habitualmente como «hetero». Escribo en favor<br />
de los vestidos, <strong>el</strong> maquillaje y los tacones. Para honrar a las chicas que<br />
aprecian estas cosas y por la fuerza de aceptar que los hombres siempre lo<br />
harán, sin importar lo que yo diga. Escribo porque rechazo ser una víctima<br />
d<strong>el</strong> patriarcado. Porque mi deseo no me convierte en una chica hetero<br />
despistada, una feminista políticamente incorrecta o una falsa bollera. Porque<br />
identidad y biografía son cuestiones necesarias, cruciales, políticas y míticas.<br />
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