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el_eje_del_mal

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práctica política queer no se sitúa en <strong>el</strong> afuera<br />

político (en una posición separatista), al<br />

entender que «los instrumentos de lucha<br />

contra <strong>el</strong> régimen heterosexual provienen de<br />

la heterosexualidad misma» (Bourcier, 2000:<br />

15). Frente al poder, la estrategia no puede ser<br />

la «huida» al refugio separatista, sino la<br />

resistencia. 20<br />

Entre la estrecha política<br />

identitaria y los proyectos universalizadores<br />

(de clase, de nación, etc.), la política queer<br />

defiende una acción sensible a los contextos<br />

históricos y locales (Duggan, 1995). El<br />

objetivo era (y sigue siendo) problematizar y<br />

cuestionar los espacios políticos y de ocio<br />

heterosexuales locales (como Lavapiés), en<br />

un momento (inicios de los años noventa), en<br />

<strong>el</strong> que surgía <strong>el</strong> barrio gay de Chueca, espacio<br />

de encuentro pero también d<strong>el</strong> denominado<br />

«comercio rosa». Lo que interesaba era<br />

establecer una red de redes con los<br />

colectivos con los que los grupos políticos<br />

queer interaccionaban en Lavapiés, que a su<br />

vez también cuestionaban las dinámicas<br />

establecidas en los espacios donde se movían,<br />

como los okupas, grupos feministas, insumisos,<br />

asociaciones vecinales, etc. Los grupos<br />

queer se centran en estas micropolíticas desde los márgenes, que resisten a las<br />

normas genéricas y a las prácticas sexuales hetero-normativas, sin una base<br />

identitaria homo-génea; renuncian a intervenir en los circuitos de la «gran<br />

política» tradicional (Bourcier, 2000: 14 y 15).<br />

En este sentido, una de las críticas más importantes de los grupos queer en <strong>el</strong><br />

Estado español va dirigida a un movimiento de gays y lesbianas posibilista que,<br />

a partir de mediados de los años noventa, entra en la arena política tradicional,<br />

reclamando la obtención de derechos como objetivo primordial. Para maricas y<br />

bolleras queer, sin embargo, la crítica a la integración, la nor<strong>mal</strong>ización, y la<br />

respetabilidad, como <strong>el</strong>emento que afianza los valores de género tradicionales,<br />

juega un pap<strong>el</strong> central (Aliaga, 2000: 37). Los grupos queer españoles ponen de<br />

esta manera en marcha unas representaciones (hiper)identitarias cargadas de<br />

provocación y orgullo, que iban de la mano de un cuestionamiento de las<br />

identidades «gay» y «lesbiana» y de las estrategias políticas existentes. Las<br />

minorías sexuales queer toman <strong>el</strong> espacio público con un discurso sexual<br />

explícito, que es, además, anticapitalista y antimilitarista.<br />

4. Dos acciones y representaciones queer: <strong>el</strong> cuerpo como espacio político<br />

37<br />

Cart<strong>el</strong> «Insumisión marica», EGHAM, Bilbao, 1995.<br />

21 FTM = Fe<strong>mal</strong>e to Male. Hace referencia a los transexuales masculinos, en proceso de<br />

cambio a un cuerpo masculino. Ese cambio puede incluir hormonación y operación de<br />

cambio de sexo, aunque esta segunda no tiene por qué producirse necesariamente.<br />

Desde los márgenes

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