Análisis comprensivo de la construcción de un discurso

La industria moderna transforma la naturaleza y la manera del hombre de relacionarse
con ella. Giddens dice que se produce un entorno creado, un entorno que sigue siendo
físico, sin embargo no es natural. Si bien todas las civilizaciones, al crear sus ciudades lo
han hecho desafiando a la naturaleza, con la modernidad esto se acentúa muchísimo más. Y
no es sólo eso, ahora el hombre puede transportarse de un continente a otro volando. Los
medios de comunicación informan acontecimientos lejanos, muestran un mundo
desconocido y lo traducen para que se comprenda, construyendo así una realidad mediada.
El mundo entero comienza a interconectarse. En el almacén de mi barrio puedo encontrar
productos cuya materia prima corresponde, por ejemplo, a algún país del sur africano, pero
que a su vez fue fabricado en Alemania. La industria moderna no sólo requiere de una
especialización del trabajo, sino también una especificación regional de producción, así por
ejemplo, sabemos que el caribe es una zona rica en caña de azúcar y café. Sin embargo, este
es exportado a países manufactureros (Europa o EE.UU.) que a su vez comercializan al
mundo el producto final. Esto, que Giddens llama la “mundialización de la modernidad” 27
provocaría con el tiempo la necesidad de que las culturas locales reivindiquen su
autonomía, al sentir la amenaza de que las costumbres por siglos enraizadas se vieran en
peligro de desaparecer. Respecto de esto, y para acercar el tema a nuestro objeto de estudio,
es que Brigada Chacón hace una irónica advertencia: “Todo bien mientras Pelotillehue siga
siendo Chile”, haciendo alusión al pueblo de “Condorito”, personaje ficticio de cómic que
recrea costumbres y personajes típicos chilenos. Aquí lo que parece haber es una crítica a
los procesos de modernización en tanto amenazas a la identidad.
Para un crítico de la modernidad como Marcuse, lo nuevo en la modernidad está en lo
que dice Weber, quien reflexiona acerca del industrialismo y advierte que la “racionalidad”
muestra aquí su doble rostro: “Ya no es sólo la instancia crítica del estado de las fuerzas
productivas, ante el que pudiera quedar desenmascarada la represión objetivamente
superflua propias de formas de producción históricamente caducas, sino que es al mismo
tiempo un criterio apologético en el que esas mismas relaciones de producción pueden ser
también justificadas como un marco institucional funcionalmente necesario. A medida que
aumenta su fecundidad apologética, la “racionalidad” queda neutralizada como instrumento
27 Giddens, A. “Consecuencias de la modernidad”. Alianza Editorial. Pág. 67.
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