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Descarga Buscando a Dios

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Joaquín Trincado<br />

pueblos, que con los soberanos».<br />

9. «También tienden a destruir la unión y concordia recíprocas del sacerdocio<br />

y del Imperio y que ha sido siempre tan favorable a la Iglesia<br />

y al Estado. En efecto; sabéis perfectamente, venerables hermanos,<br />

que muchos contemporáneos nuestros, aplicando a la sociedad civil<br />

el impío y absurdo principio de que llaman ellos naturalismo tiene la<br />

osadía de enseñar que «la perfección de los gobiernos y el progreso<br />

civil exigen imperiosamente que la sociedad humana sea constituida y<br />

gobernada como si la religión no existiera, o a lo menos sin establecer<br />

ninguna diferencia entre la verdadera religión y las religiones falsas»<br />

10. «Además, en oposición a la doctrina de las sagradas escrituras de<br />

la Iglesia y de los Santos Padres, no temen afirmar que «la mejor<br />

condición de sociedad, es aquella que no se reconoce en el Estado la<br />

obligación de reprimir con la sanción de las penas, a los violadores de<br />

la religión católica, a no ser cuando lo exija la tranquilidad pública».<br />

11. «En consecuencia de esta idea, absoluta falta del gobierno social,<br />

no vacilan en favorecer esta opinión errónea penosísima a la Iglesia<br />

católica y a la salud de las almas, y que nuestro predecesor de feliz<br />

memoria Gregorio XVI, llamaba un delirio a saber: «Que la libertad<br />

de conciencia y de cultos es un derecho inherente a cada hombre<br />

que la Ley debe proclamar y garantir en toda sociedad constituida, y<br />

que los ciudadanos tienen derecho a la plena libertad de manifestar<br />

públicamente sus opiniones cualesquiera que sean, por medio de la<br />

palabra, de la prensa o de otra manera; sin que puedan restringirla ni<br />

la autoridad eclesiástica ni la civil.<br />

12. “Ahora bien, sosteniendo esas temerarias afirmaciones no reflexionan,<br />

no consideran que predican la libertad de perdición y que si el conflicto<br />

de las opiniones humanas es tolerado, habría siempre hombres<br />

dispuestos a resistir a la verdad y a poner su confianza en la locuacidad<br />

de la sabiduría humana».<br />

13. «Y como allí de donde la Religión, la Doctrina y la Autoridad de la<br />

revelación se hallan desterrados de la sociedad civil, la noción de la<br />

justicia y el verdadero derecho humano se oscurece y aún se pierde<br />

cediendo el paso a la fuerza material que toma entonces el puesto de<br />

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