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Descarga Buscando a Dios

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<strong>Buscando</strong> a dios<br />

repugnaba presentarse en la fiesta que conocía ya por los dichos de las que<br />

por encargo del Pontífice le visitaban, accedió.<br />

Acudió Lucrecia a la hora convenida y Juanucho ya de acuerdo, había<br />

salido del calabozo y dispuesto tres caballos.<br />

La sorpresa que experimentó Valencia en el salón, no es para ser<br />

descrita; pero Lucrecia, para no despertar sospechas, la llevó a un rincón<br />

y allí la substrajo a la vista de tanto libertinaje y la hizo estar contenta y<br />

alegre ante la esperanza de que en pocas horas se verían reunidos, aunque<br />

fugitivos, los tres seres queridos. Pero qué lejos estaba de sospechar que<br />

aquellas sonrisas arrancaban el corazón de su madre que caía bajo el puñal<br />

asesino y maldiciéndola.<br />

En efecto, el Papa, que había preparado aquella estratagema, fue al<br />

calabozo y después de un diálogo horrible, le asegura el Papa haber poseído<br />

a Valencia y que ésta no solo le había correspondido sino que ya estaba en<br />

el salón tan desenvuelta como una de tantas.<br />

—Mentís, infame, trapalón, y si es así, no dilates más mi fiero martirio;<br />

pero no, ni ésto te pido, haz lo que quieras.<br />

—Nos haremos lo que debemos para ejemplo de la familia cristiana<br />

y bien de la iglesia; pero tenemos la obligación de confirmar la verdad y al<br />

caso venir.<br />

Y empujó a Doña Elvira a una ventana desde donde se veía el inmundo<br />

salón y vio a Valencia en la actitud que la hemos contemplado hablando<br />

con Lucrecia.<br />

—Doña Elvira no imaginó que fuese una estratagema y dijo: ¡Infame<br />

eso y mi muerte, no te librará del deshonor y serás derrocado!...<br />

— ¿Por quién, por el frailucho loco?<br />

—Loco, o cuerdo, hace temblar al solio pontificio.<br />

—Si queréis llevarle noticias, bajo nuestro poder está.<br />

—No importa, otros escriben.<br />

— ¡Ah! ¿El mediquillo? Nos extrañó que el tal mediquillo fuese tan...<br />

aprovechado...<br />

—Quiso lanzarse sobre el Papa y escupirle a la cara y solo se libró<br />

de esto, dando la orden a un sicario que nació como de entre las paredes y<br />

clavó el puñal en el corazón. Medio minuto se detuvo de pie y con los ojos<br />

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