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Descarga Buscando a Dios

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Joaquín Trincado<br />

y mandar venir una mujer que cuide a esta niña. Valor entre tanto.<br />

Volvió el doctor con el cordial en la mano y entró diciendo estas palabras:<br />

En medio de todo, alabemos a <strong>Dios</strong> «qui omni trinum es perfectum».<br />

Uno vos, otro esa pobre... y yo el tercero.<br />

Aun casi sin volver en sí Valencia, le hizo beber el cordial y sentóse<br />

al lado de la enferma que por momentos aumentaba la fiebre y moviendo la<br />

cabeza, lo sorprendió Juanucho y comprendió la gravedad y dijo: Por <strong>Dios</strong>,<br />

doctor, salvémosla.<br />

—Acaso no es una hija que <strong>Dios</strong> me trae, como se lo prometí en día<br />

memorable? ¿Por qué tú, no serás también mi hijo, puesto que la edad lo<br />

permite? — Sea así, doctor, pero salvémosla.<br />

__Si logro en breve cortar la fiebre, no habrá que temer por ahora;<br />

y ahora que recuerdo, tengo en mi poder unos pedazos de madera que un<br />

americano me regaló como de gran valía, allí la llaman quina; si queréis, la<br />

podemos probar.<br />

Juanucho comprendió en ésto el máximun de gravedad y contestó casi<br />

sin darse cuenta: Haga, doctor, lo que crea conveniente.<br />

El doctor preparó el febrífugo y calmó la calentura.<br />

—Ahora, dijo Aducio, sepamos lo que ha ocurrido. Y se retiraron a<br />

un rincón, y preguntó a Juanucho, si había participado del amor de la joven.<br />

Juanucho contestó categóricamente que no y entonces, el doctor, por<br />

la explicación de Juanucho, se imaginó todo lo pasado, y le dijo: Hay que<br />

tener mucho tiento y observar, porque esa infeliz, de nada se ha dado cuenta<br />

y ahora más que nunca, necesita consuelo.<br />

Juanucho contestó: Doctor, después de tantas amarguras, la tenemos<br />

en libertad, y borraremos sus amarguras.<br />

Tres días más tarde desapareció el peligro y la mujer que la cuidaba<br />

dijo que se marchaba, porque la enferma sólo tomaba los remedios de manos<br />

del condestable y a la vez, éste no se movía de la cama, por lo que creía<br />

ser innecesarios sus servicios, pero el doctor le dijo: No os importe mujer,<br />

continuad, todo eso es natural.<br />

La enferma se encontraba bien, pero la tristeza la minaba y aunque<br />

el doctor daba crédito a las palabras de Juanucho, para tener un motivo de<br />

estar en el fondo de las cosas, dijo:<br />

— Vamos, hija mía; para mí no deben haber secretos como doctor y<br />

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