08.05.2013 Views

Descarga Buscando a Dios

Descarga Buscando a Dios

Descarga Buscando a Dios

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Joaquín Trincado<br />

— ¿Los orsini? ¡Mira bien lo que dices! ¡Acusas de alta traición a los<br />

más fieles hijos de la Iglesia!...<br />

—con perdón de Su Santidad, las cosas ocurrieron como las relato.<br />

— ¿Y cómo las robaron?<br />

—Íbamos yo y Barbanera...<br />

— ¿Quién es ese Barbanera?<br />

—Un siervo fiel de Vuestra Santidad y del cardenal mi patrón.<br />

—De tales siervos nada he conseguido.<br />

—Vuestra Santidad tiene motivos para estar irritado con nosotros,<br />

pero el deber fue cumplido.<br />

—Basta, prosigue. Si como tienes lista la lengua tuvieras las manos...<br />

—Llegamos a la puerta y la encontramos cerrada, pedimos paso y el<br />

sargento nos preguntó quienes éramos y por qué llevábamos dos mujeres<br />

atadas.<br />

— ¿No teníais nuestra orden escrita?<br />

—La mostramos prontamente, Santidad.<br />

— ¿Y no te han obedecido?<br />

—De ella, el sargento se echó a reír.<br />

—Ten en cuenta lo que dices, repito; si dejas escapar una sola mentira;<br />

el Maestro Jaime sabrá cumplir su deber.<br />

—Vuestra Santidad podrá hacer lo que quiera.<br />

—Lo haremos. Prosigue.<br />

—Hice observar el sacro sello, y se me contestó que aquello era válido<br />

para los vasallos de la Iglesia, pero que para los orsini no lo era, y que<br />

las órdenes que tenía recibidas, le impedían respetar los escritos de Vuestra<br />

Santidad.<br />

— ¡cómo! ¿Han dicho que no son nuestros vasallos?<br />

—No sólo eso, sino que me intimó la rendición y que le entregara los<br />

prisioneros, de quienes desde aquel momento podían disponer sus señores.<br />

—Y... ¿no fuiste capaz de tenderlo de una estocada? ¿Para qué estáis<br />

a nuestro servicio, pues?<br />

—Su Santidad debe comprender que sólo éramos dos y que nos rodeaban<br />

una docena de esbirros... con las espadas desnudas.<br />

— ¿Las cedisteis sin resistir, pues?<br />

—fui detenido por el brazo derecho, pero con la mano izquierda y aun<br />

220

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!