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ABRIR CAPÍTULO IV. - Universidad Complutense

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La cuestión irlandesa en la política internacional de Felipe II<br />

irlandeses a la corte de Felipe II a pedir ayuda financiera y militar para luchar contra Isabel<br />

1. Por contrapartida, los nobles entregarían el reino al rey y le rendirían obediencia como<br />

tal. Antes de hacer esta arriesgada operación pidió a la Santa Sede algún documento que<br />

acreditara tal concesión. El cardenal le explicó con pocas palabras que eso era imposible,<br />

pues el reino pertenecía a la Santa Sede y sólo el papa podía hacer la concesión, es decir,<br />

.Hiherniae regnum ac ecclesiasticam ditionem feudí nomine pertinere...’.<br />

Sin embargo, el papa estaba dispuesto a entregar el reino a Felipe II si éste lo pedía de<br />

veras 37.<br />

Fitzgibbon se disgustó por la respuesta recibida. Era desautorizar a los<br />

confederados y, en definitiva, poner en cuestión la legitimidad de su embajada en Madrid.<br />

Para tratar de salvar este obstáculo, enhebró algunas ideas originales con intención de<br />

convencer a Alciati. En primer lugar aceptaba que a la Santa Sede correspondía designiar<br />

sobre quién podía recaer el feudo de Inglaterra. En segundo lugar, que el concilio de<br />

Trento permitió que cualquier príncipe se pudiera apoderar legítimamente de Inglaterra por<br />

la fuerza de las armas. Por otra parte, si el papa tuviera la fuerza de las armas para liberar<br />

a Irlandade la tiranía inglesa, entonces los confederados acudirían a él como príncipe, de<br />

la misma manera que ahora se dirgian a Felipe II. Por tanto, que aunque correspondía al<br />

rey pedirlo, no se debía perder el tiempo, pues se malograba también Escocia, Francia y<br />

toda Europa38.<br />

La acción de la Santa Sede sobre este punto ya ha sido analizada en los capítulos<br />

precedentes. Cabe decir que con la muerte de Pío V, acaecida unos meses después de<br />

estas negociaciones, produjo un cambio de actitud. El siguiente papa -Gregorio XIII-<br />

favoreció todavía más la causa irlandesa. Es llamativo que precisamente el embajador en<br />

Roma, Juan de Zúñiga, a la hora de presentar al rey los posibles candidatos para aglutinar<br />

a los cardenales del partido español en la nueva elección pontificia, dijera de Alciati que no<br />

37 AGS. E. 822, 107, Alciati a Fitzgibbon, Roma, 5junio 1570. “Verum si Rex ipse illius sibi<br />

regni feudum tradi postulaverit; ut ego conicio, Pontifex non denegabit”.<br />

38 AGS. E. 822, 108, Fitzgibbon a Alciati, Madrid, 27julio 1571.<br />

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