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ABRIR CAPÍTULO IV. - Universidad Complutense

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La cuestión irlandesa en la política inrernacional de Felipe II<br />

y les escudriñan todas las cosas para ver si tienen escondidos algunos instrumentos para soltarse, o para<br />

escribir, y esta es la causa de escribir yo esta carta en este volumen para que viniendo el carcelero it<br />

repente la pueda coger con facilidad y meteren la manga.<br />

Comenzando primero a contar las cosas seglares, sabrá y. s. como todos los príncipes de Hibernia<br />

está sujetos al rey sacando pocos, aunque la sujección de los de Hibemia es muy incierta, como y. s. sabe,<br />

porque hoy prometen y mañana no cumplen. Geraldo, conde de Desmonia, y Juan, su hermano, por justo<br />

juicio de Dios nuestro Señor fueron ambos llevados captivos a Inglaterra, adonde los tienen como a<br />

esclavos en diversas cárceles, de manera que no se pueden hablarni ver. Todos esperan más por su muerte<br />

que por su libertad. Con razón les ha acontecido todo esto cum Deum non tiniebant nec honzines<br />

verebantur, pues nileudan a Dios nitenían vergúenza de los hombres. Derramaron la sangre de los pobres<br />

y inocentes, usurparon las haciendas de loas viudas y huérfanos, el gemido de los cuales subió delante it<br />

Dios. Estos menospreciaron los preceptos de Dios, profanaron y destruyeron las iglesias y monasterios,<br />

echando fuera a los religiosos. Ninguno sin sulicencía se atrevía a tener beneficio o dignidad eclesiástica,<br />

apremiaban a los eclesiásticos a pagar tributo como a los seglares.<br />

Antes que el conde se partiese quedó por gobernador de la tierra un primo suyo, el cual aunque sea<br />

mancebo, con todo eso hace su oficio con mucha acepción del pueblo y temor de Dios. Restituyó a las<br />

iglesias y religiosos en su libertad, hace todas las cosas con el consejo de los más ancianos de la tierra con<br />

los cuales trata. Es soldados muy experimentado, aunque no tiene 30 años, muy devoto y pacifico, es muy<br />

callado y misericordioso para con todos, et mansuetus maxime al pauperes et domesticos fxdei; el cual<br />

considerando la miseria del mundo pensó y procuró dejar a su mujer, hijos y tierra y entrarse a servir a<br />

Dios nuestro Señor en alguna religión, o a lo menos irse a tierras extrañas donde pueda servir y morir<br />

entre católicos. Mas este su deseo, aunque parecía bueno y saneto, algunos religiosos lo impidieron para<br />

mayor gloria de Dios nuestro Señor y provecho de su Iglesia. Con todo eso, quedándose en le hábito<br />

seglar, tiene las costumbres de religioso, reza y trae consigo el rosario y horas de nuestra Señora. Nunca<br />

ha favorecido a los ingleses, antes abomina de sus cosas. Nuestro Señor le dé perseverancia en su buen<br />

propósito.<br />

Cornelio, conde de Tuomonía cada día va perdiendo, así por parte de los suyos como de los señores<br />

sus vecinos. Ricardo, conde de Conaciaanda muy trabajado por parte de sushijos, porque el menor procura<br />

llevar el mayorazgo al mayo, y de esta manera el conde y su tierra andan en vando; porque aunque el conde<br />

ame más al mayor (aunque dio repudio sin razón a su madre) con todo eso no le puede favorescer, porque la<br />

madre del hijo menor todo loquiere para su hijo. Todo lo cual le ha acontecido por justo juicio de Dios,<br />

porque temiendo poco a Dios desechó la primera mujer legítima, siendo ella muy noble. Yo le reprehendí<br />

entre mí y él, y oyóme de buena gana. Yo estuve en su casa combalesciente algunos días, y cada día me<br />

visitaba con gran caridad, y su mujer (si se sufre llamarla mujer) ella misma me servía con mucha caridad.<br />

Tengo lástima de ellos porque al fin son misericordiosos y católicos; son muy pacíficos y devotos, aunque<br />

desdesu niñez se han criado entre herejes.<br />

La gente de la tierra de y. s. aun permanece en sus maldades, a los cuales no puedeir a ver ansi, por<br />

eso como por el peligro de camino, mas todo lo que yo pude saber de sus costumbres y de la persecución<br />

de y. s. por parte de hombres de crédito y del Rino. obispo Rapotens. Todo ello lo escribí a nuestro muy<br />

sancto Padre. Todo lo demás que pertenece a sus malas costumbres y. s. lo puede juzgar, pues lo sabe<br />

bien.<br />

Don Donaldo, nuestro amigo, fue este año pasado a Inglaterra con el virrey, al cual recibió el rey<br />

con mucha honrra y hizo muchas mercedes, y ansi con gran prosperidad se volvió a su tierra. Pasópor esta<br />

ciudad de Dublin el primer domingo de la cuaresma pasada, y me hizo caridad de visitarme. Dióme alguna<br />

limosna en cantidad y me prometió que en viniendo el virrey a Hibernia procuraría mi libertad. Entretanto<br />

que él se detuvo en Inglaterra don O’Donnell le destruyó toda la tierra, porque se había ausentado sin su<br />

licencia.<br />

Ya y. s, habrá sabido lo que le acaeció a aquel tirano Juan ONeill. No quiso obedecer a los<br />

consejos de los siervos de Dios, sino fiándose de su saber dejé a Dios su criador et recessit a Deo salutari<br />

suo. Yo le oi por mis propios oidos una blasfemia delante de mucha gente: ‘Veo (dijo él) y oigo que los<br />

herejes y enemigos de la Iglesia y de Dios cada día van subiendo más en prosperidad; tengo de procurar este<br />

años de ser hereje y perseguir a la Iglesia para ver si me suceden ami bien las cosas’. Si lo dijo de veras o<br />

de burla Dios lo sabe: lo que yo sé es que como lo dijo así lo cumplió. Estando predicando fray Patricio,<br />

fray menor, le dijo desde el púlpito que diese a Dios las gracias de la victoria que habla habido de sus<br />

enemigos. El le respondió: ‘calla, rústico (porque es tanta su soberbia que así acostumbra a llamar a<br />

todos), si Dios hallara otro más digno que yo para defender su Iglesia, a él diera este cargo, mas porque<br />

halló en mí partes para defender su Iglesia me dio este oficio, ¿de qué le tengo pues de dar las gracias? No<br />

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