ABRIR CAPÍTULO IV. - Universidad Complutense

La cuestión irlandesa en la política internacional de Felipe II
La armada era muy importante. De Castilla había 15 galeones y de Portugal 9,
barcas flamencas y alemanas 53, patajes 6 y carabelas 1, y 10.790 hombres. De Sevilla
saldrían además 2.500 soldados en 30 filibotes para unirse en Lisboa. En Vigo esperaban
41 naves con cerca de 6.000 hombres.
Entre la cabezas principales estaba el conde de Santa Gadea, Carlos de Arellano;
Sancho Martínez de Leyva, maestre de campo general; Diego de Brocher, almirante
general. Pero también quiso el nuncio resaltar la figura de Cornelio Ryan, “el obispo de
Irlanda”, quien con muchos jesuitas y otros sacerdotes bajo las órdenes del
administrador general del hospital, el licenciado Bernardo de Villela, debía organizar la
restauración católica en Irlanda 53.
Hubo un cambio repentino. La armada había de zarpar cuanto antes según las
nuevas decisiones. Santa Gadea estaba desolado. En una agónica carta al rey y al
Consejo, antes de levar anclas, confiesa que está a punto de volverse loco, no ya por la
mala suerte, sino por las confusas órdenes. Ir a Bretaña para ayudar a sofocar a los
rebeldes flamencos significaba dejar a los irlandeses en “notorio peligro”, de modo que
los ingleses podrían “destruir a los probres irlandeses”. Reconocía que los
irlandeses eran muy valerosos en la lucha, especialmente en invierno, decía: “más vale
un irlandés que veinte españoles”. Pero no se conformaba con enviar a Irlanda un
simple socorro de municiones, por eso, algo nervioso, escribía: “yo no hayo ninguna
[razón] que me satisfaga”54.
En efecto, la armada zarpé de Lisboa con destino a La Coruña, pero en el cabo de
Finisterre sobrevino una gran tempestad. Entraron 40 naves en el puerto de El Ferrol. El 1
de noviembre entró el resto. El resultado: 14 naves se hundieron. Se perdieron La
Capitana de Levante y la nave Santiago el Mayor, que cada una portaba 30.000 ducados.
53 ASV. Nunziatura di Spagna, 47, 433. ARSI. Lus., 44, 345-348. “Eclesiásticos que salieron del
seminario de Lisboa desde eldía de San Pedro y San Pablo de 1590 que comenzó y los que fueron a Irlanda
así religiosos de varias religiones como sacerdotes muertos”. Para conocer cómo era la asistencia religiosa
-tan unida al hopital- véase: OARCIA HERNÁN E.: “La asistencia religiosa en la Annada de Lepanto’, en
Aníhologica Annua 43(1996) pp. 213-263.
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