El faro de Alejandria.qxd - Telefonica.net
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situada en las bandas <strong>de</strong> los mismos, no alcanzaba puntos <strong>de</strong> la costa<br />
más altos <strong>de</strong> ocho metros, que era la altura media sobre el nivel <strong>de</strong>l<br />
mar <strong>de</strong> las piezas situadas en las bandas <strong>de</strong>l buque. Esta es la razón<br />
por la que se las situaba en lugares elevados y se reforzaba su base,<br />
construyendo el piso bajo casi totalmente macizo, con pequeños y<br />
escasos vanos para almacenes y <strong>de</strong>pósitos <strong>de</strong> agua.<br />
A pesar <strong>de</strong> lo dicho, el sistema <strong>de</strong> torres a lo largo <strong>de</strong> una línea<br />
<strong>de</strong> costa tenía sus inconvenientes. En efecto: este mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong>fensivo<br />
sacrificaba el principio táctico que aconseja no dividir las fuerzas con<br />
que se cuenta a lo largo <strong>de</strong> líneas extensas <strong>de</strong> posición o fronteras<br />
(estamos hablando naturalmente <strong>de</strong> un caso <strong>de</strong> gran invasión), ya<br />
que, en vez <strong>de</strong> la concentración <strong>de</strong> fuerzas que sugiere dicha línea,<br />
su dispersión la hace débil en cualquiera <strong>de</strong> sus partes, con lo que no<br />
se les pue<strong>de</strong> sacar todo el partido que se <strong>de</strong>biera. En estas circunstancias,<br />
en cualquier punto <strong>de</strong> la línea don<strong>de</strong> se produzca un ataque,<br />
el resto <strong>de</strong> las fuerzas, que por su lejanía no pue<strong>de</strong>n cooperar a la<br />
<strong>de</strong>fensa, quedan inútiles y su rendimiento es cero. Incluso aunque<br />
fuera posible la cooperación <strong>de</strong> tres o cuatro torres a la vez en un<br />
caso <strong>de</strong>terminado, siendo cada una <strong>de</strong> ellas débiles individualmente<br />
con cortas guarniciones <strong>de</strong> unos 20 o 30 hombres, y podrán ser inutilizadas<br />
sucesivamente sin dificultad. Su caída en po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l enemigo<br />
solo será cuestión <strong>de</strong> tiempo. Sobre todo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que los Estados a<br />
principios <strong>de</strong>l siglo XIX comenzaron a poner en circulación la<br />
Infantería <strong>de</strong> Marina y <strong>de</strong>más tropas ligeras, provistas <strong>de</strong> armamento<br />
mo<strong>de</strong>rno y especializadas en golpes <strong>de</strong> mano.<br />
Se concluye pues, que estas torres podían servir a lo sumo para<br />
proteger individualmente algunos pequeños puertos <strong>de</strong> refugio, pero<br />
no, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, para soportar una invasión a gran escala. Pronto lo<br />
estimarían así franceses y alemanes, que volvieron enseguida a fortificarse<br />
a la manera tradicional. Los primeros, más conservadores,<br />
tratando <strong>de</strong> perfeccionar el sistema <strong>de</strong> Vauban; los segundos buscando<br />
nuevas fórmulas en lo que se <strong>de</strong>nominó en la literatura <strong>de</strong> la<br />
época la mo<strong>de</strong>rna fortificación alemana y que no era otra cosa que la<br />
aplicación <strong>de</strong> los principios enunciados por los heterodoxos franceses<br />
Montalembert y Carnot.<br />
La fortaleza <strong>de</strong> Isabel II en la Mola <strong>de</strong>l puerto <strong>de</strong> Mahón es un ejemplo<br />
<strong>de</strong> este tipo <strong>de</strong> fortificación.<br />
James Joyce vivió en una torre Martello<br />
Como dijimos, los británicos construyeron numerosas torres<br />
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