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Historia <strong>de</strong>smiente" la presencia <strong>de</strong> Nelson en Menorca. A veces,<br />

como en esta ocasión, personas y personajes invocan la Historia,<br />

como paradigma <strong>de</strong> objetividad, para justificar un hecho o a ellos<br />

mismos. Como Fi<strong>de</strong>l Castro, por ejemplo, y su famosa frase pronunciada<br />

el 16 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1953 durante el juicio por el asalto al cuartel<br />

Moncada: "Con<strong>de</strong>nadme, no importa, La Historia me absolverá".<br />

Des<strong>de</strong> nuestro punto <strong>de</strong> vista la Historia no <strong>de</strong>smiente nada ni<br />

absuelve a nadie, porque ésta, la Historia como tal, no existe. No es.<br />

La Historia, más que juez, es parte. Lejos <strong>de</strong> tener entidad propia, es<br />

consecuencia <strong>de</strong>l historiar. Lo que en realidad existe son los historiadores<br />

y sus relatos, ensayos e investigaciones que luego quedan<br />

plasmados en artículos y libros, don<strong>de</strong> se refleja, no nos engañemos,<br />

su (nuestra) subjetividad. Al fin y al cabo somos subjetivos por más<br />

que afirmemos que no. Ocurre lo mismo cuando un periódico, sospechosamente,<br />

se <strong>de</strong>clara "in<strong>de</strong>pendiente".<br />

Otra cosa es que el historiador auténticamente profesional y conocedor<br />

<strong>de</strong> su oficio posea una voluntad objetivadora, a pesar <strong>de</strong> su consciencia<br />

<strong>de</strong> que lo objetivo en Historia es prácticamente imposible <strong>de</strong><br />

alcanzar. Y cuanto más nos alejamos en el tiempo peor.<br />

Por eso el historiar y su resultado, la Historia, siempre está<br />

impregnado <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ología, incluso cuando el historiador lo niega.<br />

Quizás el caso más palpable sea el <strong>de</strong>l positivismo, aquella ten<strong>de</strong>ncia<br />

surgida a finales <strong>de</strong>l siglo XIX en la que sus partidarios, tras una pretendida<br />

objetividad <strong>de</strong>l relato histórico escondían una intencionalidad<br />

política. En efecto: éstos se limitaban a publicar documentos colocados<br />

por or<strong>de</strong>n cronológico y con total ausencia <strong>de</strong> interpretación u<br />

extrapolación, pero no se daban cuenta, que si bien huían <strong>de</strong>l corolario<br />

final, su preferencia por acontecimientos políticos y militares, y<br />

la ausencia prácticamente total <strong>de</strong> testimonios económicos y sobre<br />

todo sociales, marcaba su subjetividad. Precisamente uno <strong>de</strong> los historiadores<br />

menorquines clásicos más profesionales, Cosme Parpal,<br />

vinculado al mundo académico <strong>de</strong> la Universidad <strong>de</strong> Barcelona,<br />

emplea en sus escritos esta metodología.<br />

Aquí, en las ausencias documentales antes citadas, esta el quid<br />

<strong>de</strong> la cuestión. La positivista es una historiografía burguesa, fomentada<br />

por un establishment al que no interesaba remover lo que en la<br />

época se <strong>de</strong>nominaba "la cuestión social". Sobre todo porque el historiar<br />

y sus conclusiones pue<strong>de</strong>n ser -y <strong>de</strong> hecho son- un arma <strong>de</strong><br />

combate.<br />

En realidad la ten<strong>de</strong>ncia historiográfica positivista trataba <strong>de</strong><br />

combatir a su rival en la época: el materialismo histórico (historio-<br />

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