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como: la sensibilidad, la abnegación, la sumisión, la cercanía emocional<br />
y el cuidado de los demás.<br />
Aún ahora se argumenta que estas características son el resultado<br />
natural de sus diferencias biológicas y por lo tanto son imposibles<br />
e inmutables. El discurso androcéntrico plantea que la naturaleza no<br />
capacitó a los hombres en el cuidado paciente y constante que requiere<br />
la crianza de los hijos o para expresarles cariño. En oposición<br />
a esto, se plantea que naturalmente los hombres están dotados de la<br />
capacidad para tomar las decisiones y proveer económicamente a su<br />
familia. Este mismo discurso hegemónico plantea que la mujer está<br />
obligada a expresar su instinto materno a través del afecto, el cuidado<br />
y la educación de sus hijos.<br />
A partir de la segunda mitad del siglo pasado y a la par de las<br />
transformaciones económicas, políticas y culturales han ido cambiado<br />
también las maneras de comprender lo “masculino” y “femenino”, y<br />
en consecuencia, el modo de relacionarse entre hombres y mujeres. La<br />
transformación de los atributos culturales asignados a hombres y mujeres<br />
se hace evidente en los últimos veinte años, con la elevación del<br />
nivel educativo de las mujeres, su mayor incorporación al trabajo remunerado<br />
y la diversidad de estilos de vida familiar. La generación<br />
joven actual ya ha crecido con esta transformación y encontramos nuevas<br />
e innovadoras formas de relación entre las y los jóvenes mexicanos.<br />
Sin embargo, la inequidad y la desventaja para las mujeres aún<br />
persiste, tanto en lo público, con la falta de oportunidades laborales y<br />
el acceso a puestos de toma de decisión, como en lo privado donde un<br />
gran porcentaje de mujeres viven en situación de violencia.<br />
Ante este escenario en transformación es necesario impulsar programas<br />
sociales dirigidos a la deconstrucción de estereotipos y hacia la<br />
libre elección de estilos de vida, e incorporar a la práctica clínica esta visión<br />
que examina la construcción de género. A pesar de los grandes avances<br />
científicos y tecnológicos, y del desarrollo de teorías posmodernas<br />
que dan cuenta de la complejidad de los fenómenos, aún en muchos sectores<br />
profesionales de la salud mental, se mantiene una profunda resistencia<br />
a mirar estos procesos que imponen normativas identitarias y que<br />
influyen de manera significativa en la subjetividad femenina y masculina,<br />
y en las relaciones familiares y sociales entre hombres y mujeres.<br />
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