GUERRA DOMESTICA - Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia

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el rey de España lo ascendió a Mariscal de Campo, poniéndolo a las
órdenes del general don Jerónimo Valdez, el más entendido y
cumplido militar que vino de la península, y al que el nuevo virrey dió
el mando en jefe del ejército del sud.
Olañeta por su manera de ser y sus costumbres toleradas por
Goyeneche y Pezuela, no podía congeniar con el nuevo orden de
cosas. La Serna militar austero y circunspecto, acostumbrado al
orden y corrección en el manejo de cuanto era concerniente al
mando del ejército y al gobierno de las provincias que le estaban
encomendadas, veía con desagrado los manejos comerciales de su
jefe de vanguardia y a pesar de todo tenía, si no autorizarlos, al
menos que disimularlos; era Olañeta indispensable en el ejército real;
por su conducto se conocían; de un modo seguro, los movimientos
estratégicos del enemigo y muchas veces sus agentes le revelaban
los planes de éste; por otra parte, su popularidad era muy grande en
las provincias altoperuanas, muy particularmente en las fronterizas
con las de abajo, de manera que su influencia era notoria den los
pueblos del sud y aun en los del Río de La Plata; así pues Olañeta
era un elemento necesario en las filas reales. Por otra parte se le
consideraba como. el tipo del guerrillero arrojado y del caudillo
audaz, por quien tenían fanatismo los gauchos de Chichas y de
Tarija, de donde proporcionaba al ejército una mina inagotable de
buenos soldados, que a caballo eran verdaderos centauros y a pie
consumados andarines, ágiles copio los guanacos y las vicuñas del
altiplano andino, y bravos como los jaguares del gran Chaco.
Olañeta más que español parecía un verdadero gaucho: alto,
delgado, nervioso, mirada viva y penetrante, nariz grande y aguileña,
tipo ele ave de rapiña, duro para la fatiga, consumado jinete, valiente
y severo conservador de la disciplina militar, llegó a ser el llamado
para mandar las tropas de vanguardia del ejército real, puesto en el
que se impuso, haciéndose en él indispensable: y como dice un
ilustre historiador argentino al ocuparse de este jefe: “Figuraba en
primera línea el general don Pedro Antonio de Olañeta, discípulo de
la escuela de los generales Goyeneche y Tristán, por lo tanto rival de
la preponderancia de los militares europeos. De traficante se elevó al
rango que ocupaba, acaudillando la reacción de los patriotas; como
jefe permanente de vanguardia era respecto de La Serna, en el alto
Perú, lo que Guemes respecto de Belgrano en Salta. Tenía por su
segundo a su cuñado el coronel Marquiegui, y ambos acaudillaban
una fracción de americanistas que constituía una entidad aparte y
que decidida por la invasión inmediata a las provincias argentinas,
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