GUERRA DOMESTICA - Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia

GUERRA DOMESTICA
José María Valdez quito forzarla de frente con parte de su batallón y
perdió 350 soldados, 22 oficiales incluso el mismo. Estos últimos
fueron acuchillados después de rendidos, a excepción del teniente
Casanova, que se fingió soldado. Esta única ventaja costó un grande
estrago al enemigo, y la muerte del brigadier Ameller y del capitán
Casanova.
Esta pequeña pérdida no podía influir en la suerte de la campaña
decidida ya en tantos triunfos. Sin embargo el general Olañeta que
había decretado la total destrucción del enemigo, tan luego como
recibió el aviso en su marcha a Tarija, dispuso la reunión de los tres
escuadrones de Cazadores montados con el de Sta. Victoria, el
regimiento de Dragones Americanos y los batallones de la Unión,
Cazadores y Voluntarios de La Fé, con objeto de atacar al ejército
constitucional que se había replegado a Puna y de perseguirlo en su
retirada hasta las márgenes del Desaguadero.
Los enemigos estaban en fuga, En efecto el 28 abandonaron la
plaza de Chuquisaca y el 30 la de Potosí que ocuparon las armas
del rey el día 2 de Septiembre. El general Valdez quiso aun sacar
algún partido de su situación apurada, y con este objeto envió en
clase de parlamento al comandante de Gerona D. Vicente Miranda,
haciendo proposiciones que otras veces habían sido rechazadas, y
llamando a una composición que ya era fuera de tiempo.
Desengañado de esta medida trató de practicar el último acto de
autoridad sobre las provincias y en oficios de 25 y 27 las puso al
mando del general Olañeta después de que el valor y las armas
habían decidido ya la suerte de los pueblos. El ejército invasor
marchaba en retirada para Oruro, desbastando el tránsito dejando
tras si las lágrimas y la desolación y cometiendo en fin cuantos
excesos es capaz de dictar el despecho.
El general Olañeta entró en la Villa de Potosí el 5 a medio día.
Ninguna pluma sería capaz de pintar los aparatos de un pueblo que
va veía a su libertador. Pueden haber habido recepciones más
solemnes por la regularidad de concurso, y por aquellas
demostraciones fingidas que nacen de la adulación, o la necesidad;
pero ninguna en que el sentimiento del entusiasmo, de la gratitud y
del amor se hayan manifestado con más sinceridad; ninguna en que
las aclamaciones de todo un pueblo reunido hayan sido mas
ingenuas.
Para concluir este diario y dar una mejor idea del carácter de esta
campaña, permítase hacer un pequeño paralelo de la conducta que
se ha observado con los prisioneros de guerra. El general Olañeta ha
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