GUERRA DOMESTICA - Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia

GUERRA DOMESTICA
escuadrón y un buen jefe como era, en concepto de ellos, el
comandante Rivas.
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EL GENERAL VALDEZ EN TARIJA.
El general Valdez marchaba entre tanto trepando montañas y
pasando senderos casi impracticables, cruzando montes y vadeando
ríos caudalosos, como el Pilcomayo y el Pilaya; marchas que al
presente parecen inverosímiles, por que es preciso conocer esos
lugares para imaginarse cuanto sería el sufrimiento, privaciones y
energía de los que con tanto entusiasmo hacían tan ruda campaña.
La fatiga y los inconvenientes todos eran superados por esos
admirables soldados, dirigidos por jefes dignos de mandarlos.
El 26 de julio llegó el general Valdez al pueblo de San Lorenzo,
situado al pie de la áspera cordillera de Iscayachi, que está a una
distancia de tres leguas de la ciudad de Tarija. Este risueño y fértil
valle regado por el río Guadalquivir, es uno de los más pintorescos
del alto Perú; todo es allí vegetación, aire embalsamado, calor, vida,
allí podían los soldados del virrey descansar de sus fatigas y
prepararse a nuevos viajes y a mayores correrías.
En el pueblo de San Lorenzo se había acantonado par orden de
Olañeta, un escuadrón de caballería, que también se llamaba
escuadrón “San Lorenzo”; lo mandaba el conocido caudillo de esa
región don Eustaquio Méndez, llamado el Moto, por que te faltaba
una de las manos. Este fué notable como guerrillero y al lado de
Uriundo, los Rojas, Avilés y Mendieta. Se llenó de gloria combatiendo
en La Tablada, Guerra Guico, Toldos, Concepción. Yeseras. Orozas,
Campanario, Pilaya Cuyambuyu y otros combates de las guerrillas,
contra los realistas Lavin, Ramírez (Mateo), Olañeta, Marquiegui, y
demás prestigiosos militares de rey, distinguiéndose siempre por
bravo y afortunado.
Cuando el general La Serna, haciendo la campaña de Salta,
penetró en el territorio tarijeño, en un encuentro de esos que
sucedían continuamente, los ganchos del Moto fueron destrozados
por los “Húsares de Fernando VII” y Méndez cayó prisionero en
poder de éstos. Estaba mal herido y fué presentado al general La
Serna, quien lo recibió con bondad, lo hizo curar con esmero y una
vez fuera de peligro, el general lo indultó, reconociéndole su grado
militar y señalándole una pensión para él y uno de sus hijos: le
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