GUERRA DOMESTICA - Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia

ARCHIVO Y BIBLIOTECA NACIONALES DE BOLIVIA
consultas y todo quedó en proyecto. No podemos afirmar sobre la
certidumbre de esto, pero no sería extraño que así fuera vistas las
circunstancias excepcionales de esos momentos.
Cuando el general Olañeta tuvo aviso de la derrota de La Lava se
llenó de pesar, pero no desmayó y continuando su marcha sobre
Tarija ordenó la concentración de sus fuerzas, que constaba de tres
escuadrones de “Cazadores montados”, el escuadrón “Santa
Victoria” y el de “Dragones Americanos” . El 2º batallón de la “Unión”,
“Cazadores” y “Voluntarios de la fé”, con objeto de reforzarlos y
atacar nuevamente al ejército del virrey, que se hallaba, como hemos
dicho, en Puna.
El general Valdez estaba en Chuquisaca disponiéndose a
proseguir sus operaciones contra el brigadier Aguilera, cuando
recibió, la para él infausta noticia, de que el ejército del norte había
sido derrotado en Junín por las tropas del general Bolívar, y al mismo
tiempo la orden perentoria del virrey, de que con todas sus fuerzas
se incorporase al Cuzco para atajar la irrupción colombiana que se
les venía a pasos de gigante.
El general Valdez al cumplir este deber, creyó que era
indispensable manifestar al general Olañeta la orden superior, y con
fecha 25 de agosto le impuso del peligro que corría la causa
española, haciéndole además presente que S. M. en el ejercicio
absoluto de sus prerrogativas, había confirmado el nombramiento de
virrey en la persona del general La Serna. Todo esto no mereció más
que respuestas verbales del general Olañeta.
Valdez envió nuevamente al comandante don Vicente Miranda
con un despacho dirigido a Olañeta en el que le decía: “Basta de
sangre”, le encomendaba se encargue de las provincias del alto Perú
hasta el Desaguadero, por que él regresaba al Cuzco: que ambos
dieran libertad a todos los oficiales prisioneros, sin distinción de
clases y que si realmente era buen español y amaba al rey de
España, pusiese en La Paz o en Cochabamba 2,000 hombres,
siendo 500 de caballería a fin de que el virrey, en caso de
necesitarlos, disponga de ellos, por que Bolívar se dirigía con rapidez
sobre Lima.
Olañeta accedió a todo, dió libertad a los prisioneros, para que se
incorporen a sus regimientos; pero el general Valdez solo dió libertad
a los oficiales y tropa, llevando consigo al coronel Barbarucho y al
capitán Ceballos, los que pronto lograron fugarse e incorporarse a
sus banderas.
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