GUERRA DOMESTICA - Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia

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día: nadie ha hecho tantos beneficios al Perú como el último de sus
virreyes”. Con motivo de haberse abrogado la facultad soberana de
mandar constituir en el Cuzco casa de Moneda, se dijo en tono de
oraculo: “los días se acercan, y acaso en el Cuzco se dataran unos
actos que recuerden con gratitud las futuras generaciones.” Apenas
seria creíble que al cabo de tantos y tan costosos esfuerzos como
hacia la España para restablecer su antigua reputación y brillantez:
cuando la Constitución del año 12 no solo estaba vacilante, sino
abolida de hecho por el universal clamor: y en el momento en que el
rey restituido a la plenitud de su poder anulaba todos los actos del
gobierno llamado Constitucional, hubiese españoles que inspirados
por el orgullo, y ciegos con el desvario de su ilimitada ambición
maquinasen herir mortalmente a su patria; prolongar los furores de
las pasiones más humillantes y atroces, y llevar desde Tupiza a
Tumbes la guerra civil, la desolación y el horror.
“Tal ha sido, peruanos, el depravado intento de los
Constitucionales en la América meridional. Tal el fin que se
propusieron en la tumultuaria jornada de Asnapugyo. ¿Y qué debería
hacer un verdadero español, un general realista? Oponerse con
todas sus fuerzas a tan ignominiosa degradación. Morir antes que
consentir tamaña infamia. Estas fueron mis resoluciones. Firme en el
propósito de sostener a toda costa los derechos de la Religión y del
Rey, y con la reserva que exigía el peligro m los medios de reprimir la
osadía de aquellas almas bajas, a quienes ni el amor ni la conciencia
sabían moderar. Lo crítico de las circunstancias, la gravedad del mal,
y de la impaciencia con que los pueblos ansiaban las leyes que
hicieron la felicidad de nuestros padres, llamaban mi atención de un
modo imponente y urgentísimo: pero aguardaba a que el
encadenamiento de los sucesos dictase la senda que debía seguir:
llegaron por fin y se cruzaron las noticias de la entera mudanza de
gobierno en España: entonces se apresuraron los Constitucionales
del Perú a realizar sus execrables planes para facilitar un refugio a
sus sectarios que fugaban de Cadiz, y dieron a conocer sus
designios de no obedecer, ni dar curso a las órdenes de la corte. No
contentos con publicar el triunfo de los liberales que ya no existían,
vituperaron con acrimonia é injusticia al augusto duque de Angulema,
a la Regencia instalada en Madrid y a los franceses que defendían
las prerrogativas de la Corona, y la sumisión debida a la sagrada
persona del Rey. Ciertos de que mi división era la única que podía
contrastar su poderío para resistirlo, trataron de disolverla
resueltamente. Después de mandar que no fuese pagada, se dirigió
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