GUERRA DOMESTICA - Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia

ARCHIVO Y BIBLIOTECA NACIONALES DE BOLIVIA
Plata don Matías Terrazas, al canónigo magistral don Julian Ureta y
varios otros sujetos de valía a fin de que se alistasen con don Pedro
Antonio, insinuándole que era llegado el momento de mostrar su
amor al rey de España y ayudar al virrey del Perú a conjurarla
tormenta que amenazaba desplomarse sobre él.
Todo fué en vano: mas pudieron los consejos de Urcullo,
Antequera y Calvo, Usin y otros patriotas, que los ruegos y
amenazas de los sacerdotes y amigos de la monarquía.
Olañeta estaba convencido que abolida la constitución y anulados
por el mismo rey los actos ejercidos bajo ese régimen, ni La Serna, ni
Canteras, ni Valdez, eran legalmente administradores de los ejércitos
e intereses del alto Perú, por estar él nombrado gobernador de esas
provincias por la regencia de la Seo de Urgel, representante nato del
rey absoluto, y por consiguiente nada tenía que ver con los
usurpadores del poder, como lo eran los que depusieren del solio de
los virreyes del Perú, al ínclito general don Joaquín de la Pezuela.
En vista de lo expuesto el general Valdez con su ejército fuerte en
5.000 hombres, ocupó la ciudad de Oruro y allí dictó la siguiente
“Orden General”.
“EL GENERAL EN JEFE DEL EJERCITO REAL DEL PERÚ”:
Cuartel general de Oruro 16 de julio de 1821.
“Son bien conocidos y notorios los criminales atentados del señor
Mariscal de Campo D. Pedro Antonio de Olañeta, contra los señores
gobernadores políticos y militares de Potosí y Charcas, así como
infundados y fútiles los pretextos con que ha pretendido cubrirlos;
llegando al extremo de desobedecer la autoridad legítima del Exmo.
señor virrey del Perú y ha atacado directamente al rey nuestro señor
y a la nación, cuyos sagrados nombres ha invocado también del
mismo modo que hicieron a su vez los revolucionarios de Buenos
Aires y todos los demás de América.
Yo estuve autorizado por S. E. para castigar y corregir al referido
general tan pronto como supo sus escandalosos e injustos
procedimientos y propuesto a hacerlo entrar en el orden y en
cumplimiento de sus deberes; sin recurrir al uso de las armas celebré
con él un tratado en Tarapaya, de que usted se halla bastante
impuesto. El es el mejor garante de mis ideas pacíficas.
Concediéndole cuanto deseaba, formé el designio de preferir todo
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