GUERRA DOMESTICA - Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia

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Por otra parte, las provincias ocupadas por él eran una fuente
inagotable de recursos para el gobierno peninsular, Potosí con sus
minas y casa de amonedación, le daba recursos pecuniarios para el
sostenimiento del ejército y para los empleados civiles de un modo
constante. Charcas le proporcionaba hombres y dinero en
abundancia, así como Cochabamba que, además de los buenos
soldados, daba abundantes víveres para las reiteradas campañas; lo
mismo sucedía con La Paz, cuya riqueza era notoria y Pareja y
Chichas eran la fuente de donde se tomaban los incomparables
jinetes y los infatigables infantes, resorte principal del ejército; de
manera que comprendía La Serna que sin esos recursos estaba
perdido sin remedio. Por otra parte si tomando la ofensiva amagaba
al ejército libertador, tenía a retaguardia un poderoso ejército, que
podía ser su salvación en caso de un contraste, si éste le era adicto,
y su ruina si le era contrario.
Comprendía la aversión de su rival por todo lo que era opuesto al
rey absoluto, y el odio que profesaba al régimen constitucional, y a fin
de complacerle le escribió varias cartas, y finalmente envió cerca de
él a su edecán el coronel don Diego Pacheco, portador de una
comunicación escrita en 27 de febrero, ofreciéndole que a los nueve
días de esa fecha, que era el tiempo preciso para que llegara la
aprobación del virrey, la constitución seria abolida en su ejército y en
las provincias que de él dependían; pero llevado de su impaciencia
por congratular a su rival, publicó un bando solemne en Oruro, donde
se hacía saber a las provincias y al ejército de su mando, que el
régimen constitucional estaba abolido; lo que no solo aprobó La
Serna, sino que por su parte, ordenó igual abolición en todo el
virreinato del Perú, por decreto de 11 de marzo de 1824.
El deseo ardiente del general Valdez era entrevistarse con
Olañeta, lo que éste rehuía con uno y otro pretexto; al fin, y después
de muchos inconvenientes y merced a los buenos oficios del coronel
Pacheco, que permanecía aun cerca de Olañeta, consiguieron se
verificase una entrevista entre ambos generales, la que tuvo lugar en
el pueblo de Tarapaya, pueblo próximo a Potosí, el 9 de marzo del
citado año 24.
Naturalmente Valdez quiso indagar los motivos de la disidencia
de Olañeta, y el por qué bahía rehuido tantas veces que se verificase
una conferencia entre dos jefes amigos, que servían en un mismo
ejército y ambos adictos a una misma causa y con sorpresa escuchó
que se le dijo: “Que los periódicos de Buenos Aires publicaban el
texto del real decreto de 1° de octubre de 1823, decreto en el que S.
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