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Cómo sobrevivir a la SGAE por Arturo Quirantes - En Cieza Digital

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Los derechos de autor<br />

Steamboat Bill. Me pregunto si Disney reconocerá algún día su deuda (moral,<br />

cuando menos) para con los herederos de Buster Keaton.<br />

Todos los autores, en mayor o menor medida, se encuentran influidos <strong>por</strong><br />

otros autores, adaptan sus ideas y les dan nueva vida. O copian de <strong>la</strong><br />

naturaleza, del folclor popu<strong>la</strong>r, de <strong>la</strong> historia. Cuando Caco Senante creó su<br />

Mojo Picón, ¿se le ocurrió pagar <strong>por</strong> hab<strong>la</strong>r de una salsa canaria que no le<br />

pertenece; o acaso soltará <strong>la</strong> pasta cuando el Mojo se convierta en una<br />

Denominación de Origen?<br />

¿Son conscientes los fans de La Guerra de <strong>la</strong>s Ga<strong>la</strong>xias de que su<br />

trilogía favorita es tributaria de mil y una historias medievales sobre princesas,<br />

caballeros a lomos de raudos corceles y señores de <strong>la</strong> oscuridad? ¿Hasta qué<br />

punto tiene derecho el autor de La Catedral del Mar a cobrarnos <strong>por</strong> una obra<br />

“inspirada” en Los Pi<strong>la</strong>res de <strong>la</strong> Tierra? Puestos a rizar el rizo, ¿a quién pidió<br />

permiso <strong>Arturo</strong> Pérez Reverte para ambientar sus historias del capitán A<strong>la</strong>triste<br />

en el Madrid de los Austrias? ¿Tiene autorización del ayuntamiento, de <strong>la</strong><br />

Casa Real, de los familiares de Quevedo y Calderón, de <strong>la</strong> Iglesia Católica?<br />

¿Pagó derechos, o siquiera reconocimiento, a los historiadores en cuyos libros<br />

se documentó? Así hasta el infinito … y más allá.<br />

<strong>En</strong> los Archivos Nacionales británicos se conservan cartas del embajador<br />

español al rey Felipe II, que los servicios secretos ingleses interceptaron hace<br />

más de cuatro siglos. Ahora se encuentran protegidas <strong>por</strong> un copyright del<br />

Reino Unido. Otras cartas simi<strong>la</strong>res se hal<strong>la</strong>n hoy día en posesión de los<br />

descendientes de los embajadores (en aquel<strong>la</strong> época, trataban sus papeles<br />

literalmente como si fuesen suyos), o en manos de archivos públicos, y cada<br />

uno de ellos los conserva como si fuesen posesiones personales.<br />

Afortunadamente, los archivos públicos suelen ser bastante generosos a <strong>la</strong><br />

hora de conceder permisos de reproducción: Pero permanece el hecho de que<br />

incluso mil años después de redactado un documento, cuando todos los que<br />

tuvieron algo que ver en el asunto, sus descendientes y herederos llevan siglos<br />

convertidos en polvo, seguimos en <strong>la</strong> obligación de pedir permiso para<br />

reproducirlo o escribir sobre él. <strong>En</strong> mi opinión, el Rey Prudente se equivocó<br />

con lo de <strong>la</strong> Armada Invencible. Debió haber fundado una gestora de derechos<br />

de autor. ¡Se iban a enterar esos piratas ingleses!<br />

Más allá de los debates éticos o morales sobre <strong>la</strong> conveniencia de<br />

equiparar <strong>la</strong> propiedad inmaterial con <strong>la</strong> tangible, el hecho es que <strong>la</strong> ley admite<br />

dicho tipo de propiedad, y es <strong>la</strong> propia ley <strong>la</strong> que establece <strong>la</strong> extensión y <strong>la</strong><br />

cuantía de los derechos de propiedad intelectual. Y aquí está <strong>la</strong> madre del<br />

cordero. ¿<strong>Cómo</strong> contentar <strong>por</strong> igual a los que se benefician económicamente y<br />

a los que se beneficiarán socialmente de el<strong>la</strong>? ¿Hasta dónde pueden avanzar<br />

los derechos del autor sin colisionar con los de <strong>la</strong> sociedad de <strong>la</strong> cultura? Los<br />

límites nunca son fáciles de definir. Según el punto de vista del creador,<br />

copiar y/o distribuir material audiovisual sin retribución al autor estaría mal<br />

<strong>por</strong>que éste deja de ganar dinero. Este p<strong>la</strong>nteamiento simplista se basa en<br />

dos presunciones incorrectas. Primera: que de no existir <strong>la</strong> posibilidad de<br />

copiar, yo hubiera pagado el disco religiosamente. Segunda: que el mero<br />

hecho de copiar es intrínsecamente malo.<br />

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