Cómo sobrevivir a la SGAE por Arturo Quirantes - En Cieza Digital
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Presentación: ¿<strong>por</strong> qué?<br />
PRESENTACIÓN: ¿POR QUÉ?<br />
No te preguntes cómo ha sido / que te hemos elegido a ti /<br />
hoy el mundo está en conflicto / y hemos decidido intervenir /<br />
(Miguel Ríos, “Sueño espacial”) 1<br />
La expresión “<strong>sobrevivir</strong> a <strong>la</strong> <strong>SGAE</strong>” sugiere una experiencia traumática,<br />
algo así como “<strong>sobrevivir</strong> al cáncer.” Y, al margen de los paralelismos<br />
socioculturales entre <strong>la</strong> <strong>SGAE</strong> y el cáncer (cosa que dejo como ejercicio para el<br />
lector), nuestra respuesta a ambos es bastante simi<strong>la</strong>r. Cuando nos toca a<br />
nosotros <strong>la</strong> china, reaccionamos de múltiples formas: nos preparamos, nos<br />
documentamos, buscamos cualquier tipo de remedio y, de repente, nos<br />
<strong>la</strong>nzamos a una frenética cruzada contra el monstruo que ha vuelto nuestras<br />
vidas del revés. Pero si no es así, si no nos incumbe directamente a nosotros o<br />
a alguien que tengamos cerca, no nos preocupamos. No es “cosa nostra”. Es<br />
un inconveniente lejano que le pasa a otra gente, pobrecitos ellos, con los que<br />
nos solidarizamos moralmente y a quienes deseamos suerte en lo que les toca;<br />
pero no tomamos parte activa, y nos limitamos a esfuerzos débiles y no<br />
comprometidos: pagar algo más de impuestos, llevar un <strong>la</strong>zo de colores un día<br />
al año, enternecernos ante el televisor, quizá participar en alguna cuestación<br />
solidaria. Si Josep Carreras no hubiese tenido leucemia, <strong>la</strong> Fundación Josep<br />
Carreras no existiría; y el actor Michael J. Fox seguiría hoy haciendo pelícu<strong>la</strong>s<br />
en lugar de cabildear en el Congreso pidiendo fondos para luchar contra el<br />
Parkinson, enfermedad que no casualmente padece. Así somos. Sólo nos<br />
acordamos de Santa Bárbara cuando truena.<br />
Según ese esquema de <strong>la</strong>s cosas, yo no debería estar escribiendo estas<br />
pa<strong>la</strong>bras. Porque yo no tengo nada que ver con <strong>la</strong> industria discográfica en<br />
ninguno de sus aspectos. Yo no grabo discos, no los fabrico ni los vendo, y no<br />
realizo prácticamente ninguna actividad re<strong>la</strong>cionada con <strong>la</strong> música o con los<br />
derechos de autor, fuera de poner el reproductor de mp3 de vez en cuando, o<br />
conectar <strong>la</strong> radio y disfrutar <strong>la</strong> música. No tengo pleitos aparentes contra <strong>la</strong><br />
<strong>SGAE</strong>, o contra cualquier otra entidad gestora de derechos musicales,<br />
audiovisuales o escritos.<br />
Pero incluso en este caso me voy a encontrar con ellos en un sitio u otro.<br />
La mayoría de <strong>la</strong>s veces se trata de una interacción muy sutil. Si te has<br />
comprado un móvil, o una tarjeta para tu cámara digital, una parte de tu dinero<br />
va a sus bolsillos. Incluso en este momento, si estás leyendo estas pa<strong>la</strong>bras<br />
sobre papel es gracias a una impresora o una fotocopiadora que paga<br />
derechos de reproducción a una entidad de gestión. El bar donde estás<br />
leyendo estas pa<strong>la</strong>bras, o <strong>la</strong> emisora de radio que suena encima de tu mesa,<br />
1<br />
Tanto esta cita como <strong>la</strong>s restantes de esta obra se hacen en virtud del derecho de cita (Ley de Propiedad<br />
Intelectual, Artículo 31)<br />
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