Cómo sobrevivir a la SGAE por Arturo Quirantes - En Cieza Digital
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Los derechos de autor<br />
empresa l<strong>la</strong>ma Arima, creada <strong>por</strong> Lemoine en 1972. Por qué lo hicieron y qué<br />
parte de derechos cedieron es algo que no ha sido ac<strong>la</strong>rado. La sede de Arima<br />
pasa de Gibraltar a <strong>la</strong>s Is<strong>la</strong>s Vírgenes … Aunque ni Alexandre ni Georgette<br />
suelta prenda, <strong>la</strong> hija de Georgette dijo en 2000 "ni mi madre ni yo hemos<br />
recibido un centavo de los derechos de Ravel desde hace mucho tiempo".<br />
Lemoine, con cien años, vive ahora a todo trapo en Mónaco (al menos hasta<br />
2001, que es cuando The Guardian publicó un artículo sobre el tema).<br />
Lo más irónico de todo esto es que el Bolero fue creado <strong>por</strong> culpa del<br />
copyright. La primera versión que hizo Ravel se l<strong>la</strong>maba “fandango” y era una<br />
orquestación sobre <strong>la</strong> suite de piano "Iberia", del compositor español Isaac<br />
Albéniz. Sin embargo, Ravel se vio obligado a escribir su Bolero ya que no<br />
consiguió los derechos necesarios para su versión ... que ni siquiera<br />
pertenecían a Albéniz, sino a <strong>En</strong>rique Fernández Albós, quien realizó <strong>la</strong><br />
orquestación 8 .<br />
El caso del bolero de Ravel nos hace dudar acerca de <strong>la</strong> idoneidad de los<br />
p<strong>la</strong>zos legales que hoy existen. ¿Cuánto tendremos que esperar para poder<br />
disfrutar libremente de los “clásicos” modernos? La música clásica del siglo<br />
XXII estará p<strong>la</strong>gada de derechos, y <strong>la</strong>s canciones de los Beatles, de<br />
Supertramp, de A<strong>la</strong>n Parsons, de Queen, de Pink Floyd, de David Bisbal (sí,<br />
aceptamos Bisbal como animal cultural, que en este mundo ha de haber de<br />
todo) harán ganar dinero al peluquero del cuidador del perro del sobrino nieto<br />
de alguien. F<strong>la</strong>co favor a <strong>la</strong> sociedad y a <strong>la</strong> cultura, a mayor gloria de los<br />
perceptores de derechos, los cuales pueden no haber tenido más “derecho” a<br />
<strong>la</strong> obra que un casual “pasaba <strong>por</strong> allí,” como hemos visto en el ejemplo del<br />
bolero. Y eso suponiendo que una futura ley, o Directiva europea, no extienda<br />
esos derechos a perpetuidad, en cuyo caso el sonido de <strong>la</strong> música irá<br />
eternamente unido al tintineo de <strong>la</strong> caja registradora.<br />
La limitación en el tiempo, con todo, es algo que concierne más a <strong>la</strong>s<br />
generaciones futuras que a <strong>la</strong> actual, y el ser humano tiene tendencia a<br />
preocuparse <strong>por</strong> el presente más que <strong>por</strong> el futuro. Mucho más doloroso nos<br />
resulta el modo en que se recaudan los derechos de autor<br />
.<br />
8 Extraído del artículo El bolero de Ravel (con permiso), de <strong>Arturo</strong> <strong>Quirantes</strong>, disponible en su totalidad en<br />
http://www.filmica.com/arturo_quirantes/archivos/005981.html<br />
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