informe anual integrado de la hacienda vasca euskal ...

En 2004 se afianzó el tono expansivo de la economía mundial, atenuándose tras el
ecuador del ejercicio con el registro de máximos históricos del precio del petróleo, que
desaceleró en cerca de medio punto porcentual el crecimiento de las principales economías.
Mientras la actividad en Estados Unidos mantiene un importante vigor, gracias al fuerte
crecimiento de la inversión privada y del consumo público, en la economía nipona la pérdida
de ritmo fue mayor, reflejo de la evolución del consumo, a pesar del buen comportamiento
de las exportaciones.
En la zona euro continuaron los avances iniciados a mediados del 2003, apoyados en el
crecimiento económico mundial y en las favorables condiciones económicas y financieras,
resultando un crecimiento del 2,0%, una notable mejoría respecto a los ejercicios anteriores.
Sin embargo, el ritmo de crecimiento se ralentizó en la parte final del año, acusando la
atonía del consumo privado y la pérdida de competitividad derivada de la apreciación del
euro.
La economía alemana, tras tres años de atonía, consiguió avanzar con una moderada
tasa de crecimiento, lastrada por el desfavorable comportamiento del sector exterior y la
recuperación insuficiente de la demanda interna. En Francia, a lo largo de 2004, se moderó
la expansión como consecuencia de la ralentización de todos los componentes de la demanda
interna, en particular de la inversión y del consumo privado, y la significativa aportación
negativa del sector exterior. El Reino Unido, por el contrario, mantuvo una notable tasa de
crecimiento, aun cuando no fue ajeno a la desaceleración económica y el empeoramiento del
sector exterior.
En el caso de la economía española, en 2003 se confirmó el impulso registrado a finales
de 2002, con la pujanza del consumo interno y los efectos de la expansión del sector de la
construcción que contrarrestaron la peor evolución del sector exterior y el pulso dubitativo de
la inversión en bienes de equipo. A ello contribuyeron las reformas estructurales acometidas
en años anteriores en el mercado de trabajo, la liberalización de determinados sectores o las
infraestructuras, y las ventajas derivadas de pertenecer a la Unión Europea.
A lo largo de 2004 el crecimiento económico mostró un perfil estabilizado, contando con
la evolución de la demanda interna como principal motor, en particular con la notable
expansión de la inversión en bienes de equipo. La inversión en el sector de la construcción y
el consumo final de los hogares colaboraron al crecimiento, mientras la fuerte expansión de
las importaciones no fue compensada por el crecimiento de las exportaciones.
El País Vasco, con una economía particularmente abierta a los mercados exteriores y,
por tanto, vinculada a la coyuntura económica internacional, no fue ajeno a esta evolución, e
incluso presentó ritmos de crecimiento superiores a los de las economías más importantes de
su entrono europeo.
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A la fase de crecimiento elevado del período 1997-2000, con tasas superiores al 5%, le
sucedió una progresiva desaceleración de la actividad (2,9% en 2001 y 1,7% en 2002) que
registró su punto más bajo en los meses centrales de 2002, experimentando, luego, un
repunte que se prolongó a lo largo de 2003, hasta alcanzarse un crecimiento estimado del
PIB del 2,5%, consolidándose, por tanto, la recuperación de la economía vasca.
En 2004 continuó el proceso de mejoría hasta alcanzar un crecimiento de la actividad
del 3,0%, un punto por encima del crecimiento medio de la zona euro.