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2013-12-26_LIBRO_DondeEstaMiDinero

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Artur Mas: ¿Dónde está mi dinero?<br />

tuvo un efecto de distracción y nos hizo pasar un poco los nervios que todos<br />

teníamos. Hay que decir que también me ayudó bastante la pastillita de Tranquimazín<br />

que me tomé antes de salir de casa.<br />

A las 10 llegamos a la Ciudad de la Justicia. Dudo que nunca le pueda agradecer<br />

a Josep María Via ese momento. Si en la vista previa había mucha gente, aquella<br />

mañana nublada el espectáculo fue impresionante. Estaba todo el mundo.<br />

Mis padres, mi hermano Juanmi, que había venido expresamente de Noruega<br />

donde vivía, mi hermana Mercedes, Ramón y sus compañeros del sindicato,<br />

David y toda la gente de Reus y de las Tierras del Ebro, que habían salido en<br />

autobús a las 6 de la mañana. Gente de Girona, de Castelldefels, de Badia del<br />

Vallés, de Badalona, ​los compañeros de lucha por los CAP de la comarca de la<br />

Selva, gente de Solsona, Fanny, que venía de rodear el Congreso, gente de la<br />

PAH, gente de Blanes, de Lloret, de Calella, gente de hospitales, médicos y<br />

enfermeras, gente que habíamos conocido en las manifestaciones, en las plazas,<br />

y un montón de gente de la que no podría decir el nombre, pero que son para<br />

mí —aunque suene cursi— parte de mi familia.<br />

A las 10.30 llegó nuestro abogado, Pepe, dispuesto a batallar la lucha de clases<br />

judiciales a la que había dedicado su vida, vestido con la toga y unas Crocs<br />

azules que causaron sensación. Antes de entrar en el juzgado Àngels Martínez<br />

Castells, Arcadi Oliveras y Toni Barbarà dijeron unas palabras y luego, todos<br />

juntos, pasamos por los arcos detectores de metales de la Ciudad de la Justicia<br />

bajo la atenta mirada de una decena de policías secretas, que la jueza había<br />

dispuesto a petición de Via.<br />

Recordar lo que pasó durante las siguientes dos horas aún hoy me hace perder<br />

los nervios. De hecho, he dejado la redacción de esta parte de la historia para el<br />

final por miedo a revivir aquellos momentos.<br />

Recuerdo que Marta y yo nos dábamos la mano, la cara de preocupación de<br />

nuestros padres, los dos guardaespaldas del señor Via... Recuerdo la cara de Via,<br />

con los ojos cerrados, puños cerrados, la frente sudorosa, refugiado detrás de<br />

aquellos dos hombres grandes, nervioso. Solo lo acompañaban sus guardaespaldas<br />

y sus caros abogados. Recuerdo que el juicio se alargó, que la jueza se<br />

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