2013-12-26_LIBRO_DondeEstaMiDinero

Un café con leche que nos mantiene más despiertas que nunca
tración de los intereses privados en la sanidad, un pastel que el mundo de los
negocios hace años que ambiciona y que ahora tiene la ocasión de morder sin
mesura.
Lo que está en marcha es, de hecho, un amplio proyecto de reorganización
social y de cambio de modelo de sociedad bajo los dictados del capital financiero,
del cual los recortes son la punta del iceberg. No es un proyecto acabado, ni
coherente, ni planificado en su totalidad, pero asistimos a una drástica mutación
del modelo social, a una especie de «tercermundialización» de las sociedades
de la periferia mediterránea europea, donde las conquistas y los derechos sociales
son triturados por el bulldozer de la austeridad.
Esta transformación del modelo social implica un cambio de régimen político.
La involución oligárquica de las democracias parlamentarias se intensifica. Se
produce un vaciado de contenido, una implosión, de los mecanismos democrático-institucionales
en que se sustenta el sistema político, debido a la supeditación
extrema de la política a los intereses del capital financiero. Los «golpes de
Estado financieros» que vimos en Grecia e Italia con Papademos y Monti, o la
toma de posiciones políticas clave para toda la Unión Europea de antiguos directivos
de Goldman Sachs, son los ejemplos más claros de esta lógica. Vivimos
en una «democracia» de mercado dirigida por el partido del dinero y al servicio
del dinero, donde el Estado, en manos de una oligarquía financiera, actúa como
un Robin Hood reaccionario que roba a los pobres para llenar las insaciables
arcas de los ricos, y así se orquesta una inmensa operación de despojo social
que no tiene freno.
La ofensiva total contra derechos y libertades, y la voracidad del ajuste y de la
represión pueden desencadenar dos escenarios alternativos que, en realidad,
se mezclarán durante mucho tiempo hasta decantarse en un sentido u otro. El
primero es que el rodillo de la austeridad avance de forma implacable, triturando
las resistencias a su paso, y consiga consolidar un sistema cada vez más
oligárquico y un modelo de sociedad donde el capital reine sin límites. El segundo
consiste en que, a riesgo de tensar demasiado la cuerda, la magnitud de
la tragedia provoque un bumerán social, del que aun solo hemos visto sus
prolegómenos, y acentúe la crisis de legitimidad de las instituciones políticas y
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