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2013-12-26_LIBRO_DondeEstaMiDinero

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Artur Mas: ¿Dónde está mi dinero?<br />

sensación de querer sacarte un peso de encima. Entonces se nos ocurrió que lo<br />

podíamos hacer directamente con la cámara y el micro integrados del ordenador.<br />

Para la iluminación pensamos que con la luz del escritorio tendríamos suficiente.<br />

Hicimos algunas pruebas. La calidad de la imagen no era la mejor y la del sonido<br />

tampoco, pero se veía bien y se entendía lo que se decía. Con esto nos bastaba.<br />

La otra cosa que teníamos que resolver era cómo decir el texto. Enseguida descartamos<br />

la opción de aprenderlo de memoria. Eran 18 minutos, 9 folios completos,<br />

y por más buena memoria que tuviéramos, no funcionaría. También descartamos<br />

la opción de leer el texto en un papel, al estilo Rajoy.<br />

Hubiera estado muy bien tener un teleapuntador, una de esas pantallas que usan<br />

los presentadores de telediarios donde va apareciendo el texto. Pero esto estaba<br />

fuera de nuestras posibilidades. Intenté fabricar un teleapuntador con una caja de<br />

cartón y el cristal de un marco de fotos, pero no funcionó. Después de darle unas<br />

cuantas vueltas vimos que, si poníamos el documento de Word en pantalla completa,<br />

la primera línea de texto quedaba justo debajo de la cámara integrada del<br />

ordenador. Así, si nos poníamos a una cierta distancia, parecía que quien leía el<br />

texto estaba mirando a la cámara. La idea era hacer correr el texto para que la línea<br />

que había que leer quedara siempre arriba del todo. Las primeras pruebas de<br />

lectura las hice yo y Marta, sentada a mi lado, iba haciendo correr el texto con la<br />

rueda del ratón. Nos encontramos con dos problemas más. El primero era que<br />

la rueda del ratón hacia un ruidito mecánico, una especie de cric-cric, que luego<br />

se oía en el vídeo. En Breda no había ninguna tienda para comprar un ratón más<br />

bueno y, como teníamos prisa, solucionamos el cric-cric envolviendo el ratón (y la<br />

mano de quien manejaba la rueda) con una toalla gruesa. El segundo problema<br />

era más complicado. Tanto en castellano como en catalán (queríamos hacer una<br />

versión en cada idioma) mi acento era, por decirlo de alguna manera, «un foco de<br />

distracción». Nacido en Argentina, de padre italiano y, a pesar de llevar veinte años<br />

viviendo en Cataluña, mi acento estaba allí. Ni argentino, ni italiano, ni catalán.<br />

Después de las primeras pruebas vimos que, además de no tener buen equipo,<br />

no teníamos un buen locutor. Marta no sabía muy bien cómo decírmelo, y yo<br />

no sabía muy bien cómo decirle que quien tenía que poner la cara y la voz a<br />

aquel texto era ella. Después del segundo intento, Marta dijo:<br />

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