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Caith Danser - El Laberinto De Hermes

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UNA MENTIRA CONVENIENTE<br />

necíamos ciegos frente a un camino que nos negábamos a ver.<br />

¿Así es como funcionaba el mundo del amor? ¿Ignorando simplemente<br />

a esa persona que deseas, que necesitas cerca? ¿O sólo<br />

era un tonto destino en la que mi musa inspiradora resultaba ser<br />

nada más que una chica insensible que procuraba alejarme de<br />

ella fueran cuales fueran mis intenciones? Pues sólo el tiempo lo<br />

diría. Mientras tanto, aquella herramienta capaz de desconectarla<br />

por siempre de mi mente, aún estaba fuera del mercado de ventas.<br />

—Quizá, lo mejor sea seguir así, ¿no crees? Continuar fingiendo<br />

que no me importa, que el tiempo cumplirá con su parte<br />

en esta guerra de emociones —añadí yo.<br />

—Insisto en que lo más lógico sería empeñarse un poco más,<br />

<strong>Danser</strong>. ¿Por qué no intentas demostrarle lo mucho que ella te<br />

importa? Quizá no logre ver tu parte sensible. Tal vez tu ímpetu<br />

por controlar la situación y cada una de sus reacciones generen<br />

alguna especie de barrera u obstáculo que no la deja ver quien<br />

eres realmente.<br />

—¿Y quién soy realmente, eh? —indagué, aun más confundido<br />

que antes.<br />

—No te bases en tu nombre, en tu pasado o en lo que te identifica,<br />

sino en lo que tienes para ofrecerle. Piensa en todo aquello<br />

que estás dispuesto a compartir con ella, en los momentos que<br />

imaginas posibles. Todo ello te dirá quien eres; tus acciones y tus<br />

deseos.<br />

—Sólo quiero que ella sea feliz. <strong>El</strong> problema está en que mi<br />

egoísmo intenta convencerme de que sólo yo seré el único capaz<br />

de darle esa felicidad, esa paz de vida. Es mi ego el que ignora el<br />

hecho de que nunca podré contar con aquella exclusividad, siempre<br />

habrá otros tantos que verán en ella lo que yo veo. Que encontrarán<br />

esa belleza interior que esconde bajo su tan extraña<br />

personalidad —continuaba lamentándome; sabía que todo aquello<br />

era cierto. Necesitaba creer que yo era su ángel guardián,<br />

aquel que le daría la atención que otros ni siquiera optarían por<br />

brindarle. Necesitaba saber que mis sentimientos no se perderían<br />

en el viento al escapar de mi boca bajo las luces de un parque.<br />

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