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Caith Danser - El Laberinto De Hermes

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MI AMIGA LESLIE<br />

tando un gran tono de sinceridad. Si dejaba que las cosas ocurrieran<br />

solas, jamás me animaría a besarla o abrazarla siquiera.<br />

Comenzaría a temblar apenas la mirara fijamente a los ojos. Si<br />

realmente íbamos a estar juntos, sin lugar a dudas, tendría que<br />

someterme a un verdadero esfuerzo.<br />

—Claro, no te preocupes. Tú sólo escoge una fecha —concluí<br />

esperanzado y me despedí de ella. Ya era muy tarde. Abandoné<br />

el ordenador y, encendiendo la luz junto a la ventana, me senté<br />

en la gran mesa a armar otro poco de ese interesante rompecabezas;<br />

algo que parecía reflejar cada uno de mis avances con Leslie.<br />

Ya no quedaban tantas piezas por colocar.<br />

Nuestra cita no iba a llevarse a cabo aquel 9 de Julio. Durante<br />

aquella noche, Leslie trabajaría en “Melón”, uno de los restaurantes<br />

más populares allí frente al mar. Podría una vez más sentarme<br />

a lo lejos y espiarla tal cómo en la ocasión anterior, sin<br />

embargo, aquello ya no volvería a estar jamás entre mis variados<br />

antojos. Supuse que no haría falta ese día:<br />

—<strong>Danser</strong>, iremos al centro con James, ¿quieres venir? —<br />

exclamó Frederic al teléfono. Ya eran casi las ocho de la noche,<br />

un excelente horario para encontrarnos a beber algo por allí.<br />

—Lo siento, Frederic, tendré que fallarles esta vez —respondí,<br />

con una notable convicción en mis planes.<br />

—¿Qué dices? Tú nunca nos fallas. ¿Qué ocurre?<br />

—Pues, verás, Leslie me ha pedido que vaya a visitarla a Melón<br />

en un rato, y realmente me gustaría ir. Ayer no pude verla en<br />

todo el día —admití francamente. Ya no tendría por qué soportar<br />

su ausencia, aquellos persistentes intentos por encontrarla en<br />

calles inciertas, en los límites de mis sueños. Podría verla ahora<br />

en mi propia realidad sin esa tonta necesidad de imaginarla.<br />

—<strong>De</strong> acuerdo, <strong>Danser</strong>, pero ella está trabajando, no estarás<br />

por allí mucho tiempo. Nosotros seguiremos en el centro, llámame<br />

cuando te desocupes y te diré en dónde nos encontramos<br />

—insistía él.<br />

—Tienes razón, Frederic. Espera mi llamado entonces, nos<br />

veremos más tarde —me despedí y corrí a vestirme con algo de<br />

ropa elegante; nada que se corriera tanto de esa moda común<br />

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