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Caith Danser - El Laberinto De Hermes

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EL LABERINTO DE HERMES<br />

ños alambres de aluminio. Esperé a que las varas cobraran algunos<br />

centímetros más de distancia y, pasando finalmente entre<br />

ellas, volví a sumergirme en mi vieja libertad.<br />

—¿Pero cómo cuernos se te ha ocurrido doblarlas con la rueda?<br />

—exclamó Leslie, contemplándome con suma estupefacción.<br />

Permanecía allí parada con sus ojos abiertos de par en par mientras<br />

yo me acercaba velozmente a su celda.<br />

—Pues, la rata dejó caer aquel candelabro sobre las cadenas<br />

—respondí yo, ayudándola a salir de su pequeña mazmorra.<br />

—¿Y eso qué? —volvió a indagar ella.<br />

—¿Cómo que “eso qué”? Tú misma me has enseñado que todo<br />

ocurre por una razón. Yo sólo me las rebusqué para aplicarle<br />

un buen uso a lo que tuviéramos a mano. No es tan difícil como<br />

parece.<br />

—Vaya, que admirable —repitió, algo abismada.<br />

—<strong>De</strong> acuerdo, Leslie, mejor apresurémonos. No creo que Gabriel<br />

tarde en regresar —exclamé yo, observando una extraña<br />

abertura en el rincón de la sala. <strong>De</strong>sde allí podía vislumbrarse<br />

nuestra próxima salida en los términos de una prolongada galería.<br />

Avanzamos algunos metros por sus magros interiores, cuando<br />

las vastas paredes comenzaron a cerrarse inesperadamente.<br />

—¡Maldición! Nos aplastarán si no nos apresuramos —imprequé,<br />

comenzando a correr decididamente hacia aquella luz<br />

que esperaba al final del pasaje. Leslie adjuntaba sus pasos a los<br />

míos mientras yo me adecuaba a su ritmo de trote.<br />

—¡¡¡Prisioneros!!! ¿A dónde creen que van? ¡Vuelvan aquí inmediatamente!<br />

—vociferó Gabriel, adentrándose en el pasillo a<br />

toda velocidad. Los muros continuaban cicatrizándose a nuestros<br />

costados, esperando ansiosos por aplanarnos entre sus inmensas<br />

grietas de piedra. La tomé a Leslie de su cintura e incrementamos<br />

aun más nuestra torpe carrera. Alcanzábamos prontamente<br />

la delgada salida cuando advertí a nuestro vil carcelero<br />

arrojarse hacia mí.<br />

—¡¡¡<strong>Danser</strong>!!! —gritó Leslie pasmada, al ver como el joven<br />

guardián me atrapaba sorpresivamente de mi pierna. Me dejé<br />

caer al suelo mientras ella tironeaba de mi mano con todas sus<br />

fuerzas. Gabriel continuaba con sus garras envolviendo mis tobi-<br />

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