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Caith Danser - El Laberinto De Hermes

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EL LABERINTO DE HERMES<br />

libro, convirtiéndose mi voz en una fantástica música de fondo.<br />

Concluí con la canción y volví a ocultarme por detrás del telón<br />

para que el rector realizara su siguiente discurso.<br />

—Y ahora, los dejamos una vez más con <strong>Danser</strong>, quien dará<br />

fin a nuestra entrega de diplomas con otra de sus románticas<br />

canciones —exclamó él, entregándome una vez más las riendas<br />

del escenario. Me coloqué un pañuelo rojo en la cabeza para darle<br />

a mi abundante cabellera una segunda imagen. Concluí con un<br />

tema mucho más rítmico, acudiendo también a la magia de mis<br />

teclados. <strong>El</strong> público aplaudía al compás de la música mientras mi<br />

cuerpo se dejaba llevar por las melodías.<br />

La canción llegó a su fin. Me convertía ahora en víctima de los<br />

aplausos, de aquellos que portaban su orgullo y admiración en<br />

algún sitio, y otros que sólo dedicarían su desinteresada ovación<br />

con el fin de complacerme. Entretanto, el alumnado abandonaba<br />

finalmente el auditorio. Me acerqué al rector para agradecerle<br />

una vez más por tenerme en cuenta y dejarme formar parte de<br />

aquel evento.<br />

—¡Eres genial, <strong>Danser</strong>! Ha estado todo fantástico. Tan sólo te<br />

pediremos un favor más: En pocos instantes se llevará a cabo la<br />

entrega de diplomas de los cursos del otro edificio. ¿Crees que<br />

podrás repetir tu actuación para ellos? Nos encantaría contar<br />

nuevamente con tus canciones —me consultaba el rector, con<br />

plena fascinación. ¿Qué podría hacer al respecto? Leslie se encontraba<br />

en uno de esos grupos y aún no estaba preparado para<br />

cantar frente a ella. Mi pelo era un verdadero estropicio y la<br />

transparencia de mi camiseta blanca sólo dejaba lucir el abultado<br />

espesor de mi estómago; todo sería una gran vergüenza. Aun así,<br />

necesitaba verla. Tenerla frente a mis ojos aunque fuera sólo por<br />

unos pocos instantes, disfrutar de su presencia al menos una vez<br />

más.<br />

—Por supuesto, señor. Iré al baño a arreglarme nuevamente y<br />

esperaré detrás el telón tal como antes —accedí ansiosamente,<br />

mientras el resto del alumnado esperaba fuera del auditorio. Revisé<br />

una vez más que el micrófono funcionara a la perfección y<br />

me fui a arreglar el cabello. <strong>De</strong>sde allí pude escuchar a los jóvenes<br />

entrando en la sala, ocupando paulatinamente cada una de<br />

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