22.11.2012 Views

Caith Danser - El Laberinto De Hermes

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

RAPHAEL<br />

—¡Jaja! No puedes rescatarla, <strong>Danser</strong>. Está encerrada en uno<br />

de estos pilares. Jamás descubrirías en cual de todos ellos se encuentra.<br />

—No tengo que descubrirlo. Tú vas a sacarla de allí y más te<br />

vale traerla sana y salva —lo amenacé, inundando mis ojos de<br />

un profundo furor. <strong>El</strong> muchacho retrocedió hacia una de las esquinas<br />

y enfundó nuevamente su espada.<br />

—No quiero pelear contigo, Raphael, soy una persona bastante<br />

apacible. Jamás he luchado contra nadie y no pienso hacerlo<br />

ahora. Regresa a Leslie a salvo y terminemos de una vez con esto<br />

—le insistí recalcadamente, intentando evitar cualquier clase de<br />

contienda.<br />

—¿Aún no has aprendido a cerrar la boca, muchacho? Discutir<br />

no resolverá tus problemas, sólo luchando por la victoria conseguirás<br />

resultados. ¿Quieres recuperarla? ¿Cruzar esta puerta<br />

que se encuentra a mis espaldas? Entonces pelea por ella. Pelea<br />

por tus ansias —concluyó Raphael, escondiéndose por detrás de<br />

esas inmensas columnas. Yo comencé a correr en círculos apegando<br />

mi oreja a cada uno de los pilares; necesitaba encontrar mi<br />

tranquilidad: Escuchar nuevamente su voz.<br />

—¡Leslie! Si estás aquí dentro grita bien fuerte —bramé, golpeteando<br />

una de las columnas a mi derecha.<br />

—No puede oírte, <strong>Danser</strong>. Tus esfuerzos son sumamente en<br />

vano —persistía la voz de Raphael desde alguna parte del santuario.<br />

—¡Al ataque querubines! —repuso de pronto con un fuerte<br />

alarido. Mis oídos se exaltaron al escuchar un clamoroso caer de<br />

cadenas en cada esquina del salón; percibía un sonoro cacareo de<br />

pisadas acercándose velozmente por detrás de las columnas. Sin<br />

dudar ni un solo segundo de mis movimientos, me coloqué rápidamente<br />

en el centro del santuario esperando obtener allí un<br />

mejor panorama de mi nueva amenaza.<br />

Finalmente pude verlos. Acechando desde cada esquina encolumnada<br />

y obstruyendo cada rincón de escape, los siete pequeños<br />

ángeles de piedra me apuntaban fijamente con sus arcos y<br />

flechas. Convirtiéndome en víctima de mis propios nervios y sufriendo<br />

un desgarrante dolor abdominal, decidí permanecer<br />

93

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!