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Caith Danser - El Laberinto De Hermes

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EL LABERINTO DE HERMES<br />

—¿Y qué le diré al doctor? ¿Qué salí con la mujer de mi vida<br />

y que de tanta alegría ahora no logro quedarme dormido?<br />

—Pues, tienes razón, no suena muy lógico. ¿Y qué ocurre<br />

cuando te acuestas? Explícamelo un poco más —indagaba Frederic,<br />

intentando comprender con exactitud mi problema.<br />

—No ocurre absolutamente nada. Apoyo mi cabeza sobre la<br />

almohada y, al igual que el resto de las personas, espero a quedarme<br />

dormido. Y así pasan las horas, no ocurre absolutamente<br />

nada —repuse detalladamente.<br />

—¿Y cómo sabes que se debe a tu salida con Leslie? Podría<br />

ser simplemente una coincidencia, algún virus del sueño —<br />

suponía él.<br />

—No es ningún virus. Sé que es debido a la salida porque es<br />

en la única cosa que pienso cuando me recuesto. Quizá sea eso lo<br />

que no me permite dormir.<br />

—<strong>De</strong> acuerdo, entonces ven a jugar al tenis, te despejará un<br />

poco. Y no es una invitación, <strong>Danser</strong>, es una exigencia. Tú vienes<br />

con nosotros —insistía mi amigo. Comprendí que no podría negarme<br />

a ello.<br />

—Está bien, Frederic. ¡Hey! Tengo una idea, invítala a Leslie a<br />

jugar con nosotros —le rogué, esperando a que no se opusiera. Si<br />

el deporte no era su fuerte, yo podría instruirla, adecuarla a los<br />

diversos movimientos del tenis y orientarla para que disfrutara<br />

de un buen rato con sus amigos. Me parecía una gran idea el que<br />

viniera con nosotros.<br />

—¡Pero Leslie no sabe jugar al tenis, <strong>Danser</strong>! Será una molestia<br />

para todos —se quejaba Frederic, intentando deshacerse de<br />

mis bosquejos.<br />

—Por favor, te lo suplico amigo. <strong>De</strong>ja que lo decida ella. Si la<br />

invito yo pensará que la estoy acosando —le aclaré, justificando<br />

mi errónea suposición.<br />

—¿Por qué pensaría eso? ¿Qué diferencia habrá en que se lo<br />

digas tú?<br />

—Pues, no lo sé. Es que ya has visto como es ella, nunca se<br />

sabe lo que quiere. Tan sólo hazme ese favor, si se vuelve una<br />

molestia durante el juego me iré con ella a un costado y los dejaremos<br />

a ti y a James jugar en paz —le prometí, comprendiendo<br />

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