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Caith Danser - El Laberinto De Hermes

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EL LABERINTO DE HERMES<br />

Esperaba que esos días en Gratikati se apoderaran de mis pensamientos,<br />

olvidando que estos aún seguían aguardándome en<br />

Harainay.<br />

¤ ¤ ¤<br />

Allí nomás me gritó mi hermana desde la sala. Parecía tener algún<br />

problema con nuestro ordenador.<br />

—Hermano, tengo malas noticias. Acabo de abrir un correo<br />

electrónico que me enviaron. Creo que ha entrado un virus y ha<br />

borrado todas nuestras cosas del disco rígido —exclamó con un<br />

pequeño tono de culpa. Evitando el pesimismo y la peor de las<br />

ideas, corrí rápidamente hacia ella para ver lo que ocurría.<br />

—¡Maldita sea! ¿Pero qué demonios abriste? ¿Qué tocaste?<br />

¿Quién te ha enviado el correo, hermana? —me desesperaba yo,<br />

caminando por toda la sala y recordando cada una de las cosas<br />

que acababa de perder: Mis canciones, mis animaciones, las fotos<br />

que Leslie me había obsequiado el día de nuestra salida; todo<br />

acababa de desaparecer.<br />

—No lo sé, <strong>Danser</strong>. Mejor siéntate tú en el ordenador e intenta<br />

ver qué se ha salvado. Creo que el virus aún sigue por aquí en<br />

alguna parte —exclamó ella, cediéndome la silla. Me desplomé<br />

sobre el teclado y, evitando perder el control, intenté dilucidar<br />

que es lo que había ocurrido con mis cosas. Comprobé que ya era<br />

un hecho, todo se había borrado. Evitaba recordar cada uno de<br />

mis archivos y proyectos que no volvería a ver jamás pero era<br />

imposible. En aquella guerra contra la tentación, mi victoria jamás<br />

se convertiría en parte de la realidad. La ira crecía en mis<br />

adentros mucho más rápido de lo habitual, acababa de perder<br />

todo aquello que podría reemplazar a Leslie; ni siquiera ella me<br />

quedaba.<br />

Allí estaba en mi pantalla ese curioso correo electrónico que acababa<br />

de destruir los frutos de todas mis inspiraciones. ¿Qué podría<br />

hacer con él? ¿<strong>El</strong>iminarlo sin más de mi ordenador? Así no<br />

iba a librarme de mi desesperación. Tantas emociones corrían<br />

por mi mente que el vaivén de ideas pronto acabaría con mi torpe<br />

juicio.<br />

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