22.11.2012 Views

Caith Danser - El Laberinto De Hermes

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

EL LABERINTO DE HERMES<br />

Una de las características más graciosas que poseía Reismath, era<br />

una pequeña cancha de fútbol en cuyo centro yacía irritantemente<br />

un enorme árbol. Un significativo árbol situado allí en medio<br />

del terruño como si a nadie le importara. Allí encontré, escondidos<br />

y perdidos entre los relieves del pasto, unos viejos lentes de<br />

marco rojo. Siempre había querido uno de esos. Me gustaba como<br />

me quedaban, creando en mí ese efecto intelectual que enamoraría<br />

a cientos de chicas. Siempre había soñado con llevar lentes<br />

pero, para mi desgracia, o afortunadamente quizá, nunca los<br />

necesité. Los guardé en el bolsillo de mi pantalón donde, minutos<br />

más tarde, se doblaron como delgadas tiras de papel.<br />

Así transcurrieron los primeros veinte días junto a Sebastián y<br />

sus padres desde nuestro súbito escape. Fue esa sin duda una<br />

época indiscutiblemente maravillosa, sin embargo, ya era tiempo<br />

de volver con los míos. En aquel entonces, mis padres y mi hermana<br />

se encontraban refugiados en un lugar muy parecido al<br />

nuestro. Se trataba de Golma, otro asentamiento como aquel, sólo<br />

que un poco más antiguo que Reismath. Junto a ellos se encontraba<br />

Fabio que, incapaz de separarse de mi hermana, se sumaba<br />

a ellos como un miembro más de la familia. Un gran gesto de su<br />

parte. No obstante, yo aún continuaba en Reismath; ya era tiempo<br />

de despedirme de Sebastián y de su familia y regresar finalmente<br />

con la mía.<br />

¤ ¤ ¤<br />

<strong>El</strong> autobús me dejaría a unos pocos kilómetros de aquel lugar.<br />

Yo observaba desde mi asiento como el mundo continuaba su<br />

curso detrás de las ventanillas del vehículo. <strong>El</strong> aire acondicionado<br />

se sentía como una gran avalancha de aire sobre mi cuello<br />

mientras yo continuaba allí sentado esperando a que el autobús<br />

llegara a destino. Nuestra despedida con Sebastián había sido un<br />

gran “nos veremos pronto” que, mezclado con un poco de optimismo,<br />

se convertía en sabias esperanzas por que todo terminara.<br />

Yo observaba el asiento vació a mi derecha imaginando a Leslie<br />

recostada sobre mi hombro, ansiosa por llegar, por descubrir<br />

junto a mí aquellos mundos claramente nuevos. Sentía una vez<br />

414

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!