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Caith Danser - El Laberinto De Hermes

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UN MAL PLAN<br />

—Sí, tienes razón. Este mes pasará volando, tendremos que<br />

aprovecharlo al máximo. Por cierto, ¿qué día es hoy, <strong>Danser</strong>?<br />

—Cinco de Agosto —le respondí, corroborando la fecha en<br />

mi teléfono móvil.<br />

Nos sentamos en un pequeño banco de la calle principal de su<br />

barrio, propuestos a descansar de nuestra larga caminata. Ya sólo<br />

estábamos a unos pocos metros de su casa. A nuestra izquierda,<br />

el edificio de Leslie nos observaba con algunas de sus luces<br />

encendidas.<br />

—Así es la vida, <strong>Danser</strong>. Uno se desvive por otras personas<br />

mientras el mundo continúa girando hacia el lado opuesto —<br />

galanteaba mi amigo, mientras yo permanecía concentrado en la<br />

calle principal frente a nuestros pies.<br />

—Ya sé como funcionan las cosas, James, no tienes que recordármelo.<br />

<strong>El</strong> problema no es que Leslie no me corresponda su<br />

amor, sino el hecho de no comprender el porqué de mi necesidad<br />

de estar con ella. Ni siquiera la conozco lo suficiente para sentir<br />

algo tan profundo. Es que percibo algo extraño en su persona,<br />

algo que no consigo encontrar en otras chicas. ¿Tú que crees que<br />

sea?<br />

—Pues, su marca de perfume, quizá —bromeaba James. Me<br />

reí irónicamente, admitiendo el hecho de que ya había pensado<br />

en ello en alguna oportunidad. ¿<strong>De</strong>sde cuando el entender se<br />

convertía en un problema? Aun así, necesitaba hablar con ella.<br />

Imaginaba aquella plática una y otra vez; ya casi lograba sentir<br />

su presencia:<br />

No era algo tan crítico de imaginar. Leslie sentada en un viejo<br />

banco tal como aquel en el que James y yo nos encontrábamos.<br />

<strong>De</strong>jé que el sonido del viento le diera a nuestro momento esa exclusividad<br />

que yo tanto necesitaba. Sólo eran unas pocas palabras.<br />

—Escucha, Les. Ya sé que tú no sientes lo mismo que yo siento<br />

por ti y jamás ocurrirá, lo comprendo. Pero me hace bien estar<br />

cerca tuyo, escucharte, cuidarte. Déjame ser aquella persona que<br />

pueda ayudarte cada vez que lo necesitas. Aquel hombre dispuesto<br />

a escuchar tus ideas, tus frases alocadas que sólo son<br />

propias de ti. Permíteme estar allí al menos como un buen ami-<br />

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