12.07.2015 Views

Leer-la-tienda-de-muñecos-y-otros-textos

Leer-la-tienda-de-muñecos-y-otros-textos

Leer-la-tienda-de-muñecos-y-otros-textos

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

isagra <strong>de</strong> un postigo o entablil<strong>la</strong>r <strong>la</strong> pata quebrada <strong>de</strong> una sil<strong>la</strong>, tressemanas sería un <strong>la</strong>pso <strong>de</strong>masiado corto.Menudas cosas sin valor podían <strong>de</strong>saparecer, <strong>de</strong> cuando en cuando,<strong>de</strong>l cuarto <strong>de</strong> algún huésped, a<strong>la</strong>rmando quizás al no habituado. Peroera, so<strong>la</strong>mente, que nuestras camareras, <strong>la</strong>s amables, serviciales y pintadascamareras <strong>de</strong> La Tuna, a nada sabían <strong>de</strong>cir que no (cuando estaban<strong>de</strong> ganas, por supuesto) y si necesitaba usted, <strong>de</strong> urgencia, unas trenzaspara los zapatos, o una hojil<strong>la</strong> <strong>de</strong> afeitar, o algo para <strong>de</strong>smanchar un traje,o lo que fuera, en seguida corrían el<strong>la</strong>s y se lo traían <strong>de</strong>l cuarto <strong>de</strong>l vecino.Como bien pue<strong>de</strong> imaginarse, estas camareras <strong>de</strong> La Tuna no podíanser gente cualquiera.—¡Usted no sabe quién soy yo! –me dijo C<strong>la</strong>ra Elisa, mirándome conintriga, poco tiempo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber empezado a trabajar en “los 20”(el 24 era mi cuarto).—¿Quién es usted, C<strong>la</strong>ra Elisa, dígame, por favor? –le pregunté,sobresaltado.—Yo soy... –empezó a contar; pero se interrumpió para sonreírse ymirarme maliciosamente, mientras me preguntaba yo a mí mismo si nosería el<strong>la</strong>, por ventura, <strong>la</strong> hija, o nieta, quizás, <strong>de</strong> quién sabe qué ilustrefamilia venida a menos.—Yo soy... casi puedo <strong>de</strong>cir... <strong>la</strong> viuda <strong>de</strong> Cerezo –añadió el<strong>la</strong>, bajando<strong>la</strong> voz, no sé por qué–. ¿Usted no se acuerda <strong>de</strong> Cerezo, el boticario?Él ya murió, ¡Dios lo tenga en su Santa Gloria, el pobre! Él fue muybueno conmigo; me dio mi casita, y mis muebles. Pero yo todo lo boté…yo soy una gran loca, don... ¡Y aquí me tiene usted ahora <strong>de</strong> sirvienta,botando tobos <strong>de</strong> agua sucia!No había agua corriente en <strong>la</strong>s habitaciones, y este asunto <strong>de</strong>l tobo,o bal<strong>de</strong>, era uno <strong>de</strong> los más espinosos <strong>de</strong> La Tuna. A veces <strong>de</strong>cía C<strong>la</strong>raElisa, por <strong>la</strong> mañana, levantando el recipiente para ir a vaciarlo:—¡Ay, don, este bal<strong>de</strong> amaneció hoy bien pesado! Debe ser brujería;hay días que está livianito...Si caía al suelo una cucharil<strong>la</strong>, C<strong>la</strong>ra Elisa auguraba:—Va venir una mujer.LA TIENDA DE MUÑECOS Y OTROS TEXTOS76

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!