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Leer-la-tienda-de-muñecos-y-otros-textos

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Todo fue en vano; en nada paró aquel<strong>la</strong> enorme agitación y los <strong>de</strong>rroches<strong>de</strong> energía, <strong>de</strong> celo, astucia o valor. Buena cantidad <strong>de</strong> gasolina extranjerahabía sido malgastada, sin que apareciera <strong>la</strong> moto. La búsquedafebril, <strong>la</strong>s investigaciones, <strong>la</strong>s pesquisas, <strong>la</strong>s batidas, <strong>la</strong>s huel<strong>la</strong>s, <strong>la</strong>s pistasy sospechas, todo fue inútil y todo quedó sin resultado.Así como no se había <strong>de</strong>jado atrapar viva, tampoco se <strong>de</strong>jó matar, asínomás, tan mansamente, <strong>la</strong> motocicleta que había cogido el monte; tampococaía en trampas, ni en <strong>la</strong>zos, ni emboscadas, ni venía a beber <strong>la</strong>gasolina en don<strong>de</strong> sus enemigos se <strong>la</strong> ponían (a tiro <strong>de</strong> fusil varios <strong>de</strong>ellos). El <strong>de</strong>saliento invadió al fin el ánimo <strong>de</strong> los más esforzados cazadores<strong>de</strong> <strong>la</strong> moto; sólo alguno que otro <strong>de</strong> entre ellos seguía hasta hacepoco, todavía por cuenta propia, <strong>la</strong>s huel<strong>la</strong>s y los rastros y el “venteo”; yseguía apuntando y disparando, a <strong>la</strong> vez que diciendo que en tal o cualSemana Santa o en algún Carnaval, <strong>la</strong> había él localizado y le había “aflojado”un buen tiro <strong>de</strong> escopeta o <strong>de</strong> fusil Winchester, o <strong>de</strong> revólver,errándo<strong>la</strong> “por poco”, o fallándo<strong>la</strong> “por nada”. Y estaban ya mascandoel agua, como dicen, estos últimos sobrevivientes <strong>de</strong> <strong>la</strong> hazaña, los últimos<strong>de</strong> aquellos viejos cazadores <strong>de</strong> motocicletas alzadas, pero seguíanacariciando aquel<strong>la</strong> “buena i<strong>de</strong>a”. Hab<strong>la</strong>ban <strong>de</strong>l asunto –<strong>de</strong> su asunto– yapostaban que a que sí o a que no, allá entre ellos.Mas esto mismo al fin también cesó, y <strong>la</strong>s últimas persecuciones, <strong>la</strong>súltimas apuestas y los últimos tiroteos y erradas punterías, todo acabó,porque... porque <strong>de</strong>spués empezó a correr <strong>la</strong> voz <strong>de</strong> que <strong>la</strong>s ba<strong>la</strong>s que letiraban a <strong>la</strong> bicha, si le pegaban se <strong>de</strong>volvían y rebotaban, y hasta a vecesvenían a caerle encima al propio tirador, al mismo que apuntaba y disparaba.Y ya esto ¡esto! era otra cosa.Para entonces hacía ya bastante tiempo que nadie mentaba por allí a<strong>la</strong> máquina <strong>de</strong>l monte sin santiguarse previamente, como si en lugar <strong>de</strong>ser el<strong>la</strong> una pobre máquina <strong>de</strong>scarriada, fuera alguna encarnación, o másbien maquinación, <strong>de</strong> Lucifer. Hacía ya bastante tiempo que <strong>la</strong>s pobresmujeres <strong>de</strong> <strong>la</strong>s chozas, a <strong>la</strong> vera <strong>de</strong> los caminejos, o más a<strong>de</strong>ntro aún,habían empezado a venerar<strong>la</strong> y a temer<strong>la</strong>. Habían tomado <strong>la</strong> costumbre<strong>de</strong> invocar<strong>la</strong> como a un ánima –un ánima a <strong>la</strong> vez <strong>de</strong>samparada y po<strong>de</strong>rosa,como todas <strong>la</strong>s ánimas–. Porque al mismo tiempo que se santigua-BIBLIOTECA AYACUCHO163

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