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colorido. Tampoco olvida a personajes popu<strong>la</strong>res como “Guachirongo”.Con este curioso alienado que recorría <strong>la</strong>s calles bai<strong>la</strong>ndo y vendiendogritos, y <strong>otros</strong> marginales con los que topa en calles y p<strong>la</strong>zas caraqueñas(como el extraño y seductor “Ensayista-Barren<strong>de</strong>ro”), Garmendia creasu propia mitología personal.En Barquisimeto cursa ventajosamente <strong>la</strong> primaria y secundaria, porqueen <strong>la</strong> apacible ciudad <strong>de</strong> entonces, ya existían buenos colegios, educadoresmuy distinguidos y bibliotecas provistas <strong>de</strong> clásicos y contemporáneos.Julio es un alumno aventajado que obtiene invariablemente calificacionesmáximas. En paralelo con los estudios formales, lee sin <strong>de</strong>scansoobras bien seleccionadas que le proporcionan los cimientos <strong>de</strong> unatemprana formación literaria, y le abren cauce a lo que será su futuromester <strong>de</strong> escritor, <strong>de</strong>l que ya comienza a dar señales a los quince años.Concluido el bachillerato, fenecida <strong>la</strong> abue<strong>la</strong>, el doctor GarmendiaRodríguez resuelve tras<strong>la</strong>dar a su hijo a Caracas, don<strong>de</strong> el político sueleresidir como senador. Quiere el padre que el vástago siga su misma carrera<strong>de</strong> abogado, en <strong>la</strong> mismísima universidad don<strong>de</strong> él se graduó, pero notiene éxito, ni podía tenerlo con quien en uno <strong>de</strong> sus primeros y más célebrescuentos, se refiere a los <strong>muñecos</strong> con figura <strong>de</strong> abogados, diciéndoleestas pa<strong>la</strong>bras a su ahijado y sucesor: “Se me nub<strong>la</strong>n los ojos y confundo alos Abogados con <strong>la</strong>s pelotas <strong>de</strong> goma, que en realidad están muy por encima”.Ante <strong>la</strong>s evasivas <strong>de</strong>l muchacho, el padre insiste y le propone que seinscriba en un Instituto <strong>de</strong> Comercio, presumiblemente con <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> quese capacite para administrar los bienes <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia. Julio lo comp<strong>la</strong>ce –ofinge que lo comp<strong>la</strong>ce– cursando unas semanas. Era <strong>de</strong> suponerse que este<strong>de</strong>stino tampoco podía l<strong>la</strong>marle <strong>la</strong> atención a quien no se interesó en eldinero como meta <strong>de</strong> vida. En cambio, lo atraen <strong>la</strong>s animadas tertulias quese dan en <strong>la</strong> redacción <strong>de</strong> importantes diarios caraqueños 8 , en <strong>la</strong>s que cor-8. Dice el crítico venezo<strong>la</strong>no Jesús Semprum: “Julio Garmendia llegó a Caracas hacepocos años, frisando en los veinte [sic], y fue a parar a <strong>la</strong> redacción <strong>de</strong> un diario. Es elcaso más curioso <strong>de</strong> afición a <strong>la</strong>s letras que pue<strong>de</strong> darse. Entró a trabajar en el diario nopor necesidad ni por ambición política, como los <strong>de</strong>más, sino por vocación <strong>de</strong>sinteresada”,“Prólogo”, La Tienda <strong>de</strong> Muñecos (1927).LA TIENDA DE MUÑECOS Y OTROS TEXTOSXIV

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