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El tío Roque, que a mi juicio había sido siempre el más feroz <strong>de</strong> todos,ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong>l más gran<strong>de</strong> respeto por ser el mayor <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia, ocupabaahora <strong>la</strong> “cabecera” <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>la</strong>rga mesa, sentándose en el antiguopuesto <strong>de</strong>l abuelo. Estaba encorvado sobre <strong>la</strong> mesa y tomaba <strong>la</strong> sopa produciendogran ruido con <strong>la</strong> boca. Primero sop<strong>la</strong>ba sobre <strong>la</strong> cuchara <strong>de</strong>sopa humeante, luego <strong>la</strong> absorbía ruidosamente, tragando aire a <strong>la</strong> vezque sopa. No pu<strong>de</strong> retenerme, y le tiré un terrón bastante grueso.El duro terrón se estrelló en <strong>la</strong> cabeza cubierta <strong>de</strong> b<strong>la</strong>ncos cabelloscortados al rape y chisporroteó sobre <strong>la</strong> mesa y los p<strong>la</strong>tos, <strong>de</strong>sbaratándose.Hubo un instante <strong>de</strong> estupor. Una cuchara cayó al suelo. Tío Roquese quedó con <strong>la</strong> suya en suspenso, goteándole sopa sobre el chaleco cruzadopor <strong>la</strong> ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> oro, <strong>de</strong> <strong>la</strong> cual pendía el medallón con pelo <strong>de</strong>...Los invitados estaban atónitos, a <strong>la</strong> vez que temerosos <strong>de</strong> ser b<strong>la</strong>nco <strong>de</strong>nuevos impactos o proyectiles. Don Roque se puso <strong>de</strong> pie, lívido pasábase<strong>la</strong> mano por <strong>la</strong> cabeza como para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r<strong>la</strong> disimu<strong>la</strong>damente <strong>de</strong> otrogolpe. Entonces fueron a buscar otra vez al muchachejo, y le dieron gran<strong>de</strong>sazotes con unas riendas que colgaban junto a unas sil<strong>la</strong>s <strong>de</strong> montar,puestas sobre un “burro” <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra. Gritando y pataleando se lo llevaronfuera, como quien se lleva un hachón humeante. Todos volvierona sentarse a <strong>la</strong> mesa, y <strong>de</strong> nuevo empezaron a beber sopa caliente, o yamedio fría, a pesar <strong>de</strong>l calor. Ellos quizás no lo sabían, pero yo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong>arriba, casi les veía salir humo por el cráneo. Volvió <strong>la</strong> calma, y mientrasalmorzaban, llegaron unos amigos <strong>de</strong> confianza y se sentaron en el recibo<strong>de</strong>l corredor.Tomaban ya el café cuando llegó una joven que fue acogida conmuestras <strong>de</strong> maliciosa cordialidad, y a quien a poco empezaron los tíos<strong>de</strong> <strong>la</strong>s botas a dar bromas conmigo, con mi llegada y mi persona, dándolea enten<strong>de</strong>r que era nada menos que <strong>la</strong> futura novia <strong>de</strong> don Toño. Estome horrorizó a tal punto que me vinieron escalofríos, no obstante estarachicharrándome bajo el sol <strong>de</strong> aquél<strong>la</strong> hora. ¡Tan alta y yo tan pequeñito,Santo Dios! La l<strong>la</strong>maban Chepina, y llegó a <strong>de</strong>cir, en su graciosa simplicidad,que no <strong>la</strong> bur<strong>la</strong>ran porque estaba lejos <strong>de</strong> ser el<strong>la</strong> <strong>la</strong> persona quepudiera interesar a un hombre que llegaba <strong>de</strong>l ancho mundo, que habíacursado estudios y estaba <strong>de</strong>stinado a un bril<strong>la</strong>nte porvenir. Se me eriza-BIBLIOTECA AYACUCHO217

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