12.07.2015 Views

Leer-la-tienda-de-muñecos-y-otros-textos

Leer-la-tienda-de-muñecos-y-otros-textos

Leer-la-tienda-de-muñecos-y-otros-textos

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

negocio, y Guachirongo <strong>la</strong>nzaba tres gritos sonoros, po<strong>de</strong>rosos, retumbantes,que hubieran <strong>de</strong>spertado <strong>la</strong> a<strong>la</strong>rma en el vecindario y sus contornossi no fuera porque ya todos por allí sabían muy bien que era aquél elnegocio <strong>de</strong>l Guachirongo.A pesar <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s ca<strong>la</strong>mida<strong>de</strong>s que lo afligían (o quizás por eso,justamente), Guachirongo, más que en <strong>la</strong> tierra, vivía en <strong>la</strong>s nubes, yespecialmente en <strong>la</strong>s nubes <strong>de</strong>l crepúsculo. Caminaba o bai<strong>la</strong>ba o gritabamirando hacia el<strong>la</strong>s; el<strong>la</strong>s tenían para él mayor importancia y realidadque muchas sólidas cosas <strong>de</strong> acá abajo. Hasta <strong>la</strong>s tomaba como puntosfijos <strong>de</strong> orientación o referencia, hab<strong>la</strong>ndo <strong>de</strong> algún sitio, o recordandoalguna fecha.—Guachirongo, ¿dón<strong>de</strong> vives? –le preguntaban. Y él contestaba:—¡Po alláaa, po los <strong>la</strong>os e <strong>la</strong>s nubes colorás!—¿Des<strong>de</strong> cuándo, Guachirongo?—¡Aaah... <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el año e <strong>la</strong>s morás!Así hab<strong>la</strong>ba este habitante <strong>de</strong>l crepúsculo. Los niños salían a <strong>la</strong>spuertas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s casas a hab<strong>la</strong>r con él, y le pedían que bai<strong>la</strong>ra o que gritara.Mientras sus perros olfateaban acá y allá, y alguno se echaba a dormitarsobre el quicio <strong>de</strong>l portón, Guachirongo bai<strong>la</strong>ba en <strong>la</strong> acera o en elzaguán; <strong>de</strong>spués recibía su moneda o su cazue<strong>la</strong> llena, y se iba, calle arribao calle abajo, seguido <strong>de</strong> su fiel jauría. Algún insulto <strong>la</strong>nzado traidoramente<strong>de</strong>s<strong>de</strong> lejos, tras una esquina, le hacía rabiar un momento y volveratrás con gesto amenazante. Pero más lejos otro niño, otro baile y<strong>otros</strong> gritos le esperaban –con cazue<strong>la</strong> o centavito–, y esto le hacía <strong>de</strong>nuevo ir a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte; vivía para su arte, y lo trocaba por comida o por dinero,pero sólo en los momentos en que el ambiente crepuscu<strong>la</strong>r hacía <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>rsobre él <strong>la</strong> inspiración.Pero <strong>la</strong>s nubes acabaron por sugerirle a Guachirongo inspiracionesy visiones más extrañas... Los años habían pasado, y los niños que ahorale hacían bai<strong>la</strong>r o gritar al frente <strong>de</strong> sus casas, no eran los mismos: aquéllos<strong>de</strong> antes eran ya hombres, éstos <strong>de</strong> ahora eran sus hijos. Ahora losbucles <strong>de</strong> Guachirongo eran grises, sus espaldas estaban encorvadas,hundidas sus mejil<strong>la</strong>s. En torno suyo, mientras danzaba inspiradamenteen los viejos portales, <strong>la</strong> vida había danzado también su vieja danza.LA TIENDA DE MUÑECOS Y OTROS TEXTOS128

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!