Desde la perspectiva de géneroAntes de comenzar el desarrollo del estudio resulta fundamental dilucidar a qué nos referimoscu<strong>and</strong>o se aborda un análisis desde una perspectiva de género. Vulgarmente se confunde el conceptode “género“ y se lo utiliza como sinónimo de mujer, esto es erróneo. Este nuevo concepto queaparece en la década de los ochenta reemplaz<strong>and</strong>o a la categoría sexo (en un sentido biológicopositivista),se extiende más allá de la mujer, centr<strong>and</strong>o el foco de atención en la interrelaciónde los sexos como un todo. El género corre el eje de atención hacia “la construcción social de laidentidad sexual” según Batscheider (Locher, 1998:10) A partir de allí se aborda la relación de poderdiferencial basado en el privilegio y dominación de uno respecto del otro, que nace en el ámbitoprivado de la sexualidad asumida por cada uno y que se traslada y reproduce en el ámbito público, eneste caso, observ<strong>and</strong>o la marginación y subvalorización de la mujer como profesional – que tambiénpuede aplicarse a los homosexuales - dentro de la institución militar y sus efectos, en otras palabras,la discriminación existente “sólo por ser mujer”. 1 Como sostiene Ilene Rose Feinman las mujeres,como los hombres, deben ser asignadas por sus capacidades y perfiles profesionales, y no por elgénero al cual pertenezcan (Bobea 2003).Este enfoque permite estudiar las desigualdades de género en la distribución de recursos,responsabilidades y poder. Sin ahondar en más detalles, vale destacar finalmente, la flexibilidad delconcepto que permite ser trasladado y adecuado a cualquier época y lugar, ya sea para analizarla interpretación de lo femenino y lo masculino en Burundi, en Eslovenia o en Francia como enSudáfrica en el 1800 (Peterson, 2004: 39).El ingreso “masivo” de mujeres en las Fuerzas Armadas en SudaméricaEl estudio del ingreso de las mujeres en las Fuerzas Armadas, en particular en Sudamérica, remitea conocer primero el contexto en el cual se produjo esa incorporación. La masividad aludidaanaliza los antecedentes de la participación femenina en la historia bélica de la región que fueronminimizadas, principalmente en lo que se conocen como las guerras de la independencia duranteel siglo XIX. Estamos habl<strong>and</strong>o de un período de milicias, previo a la institucionalización de losejércitos nacionales. Este es el caso de Juana Azurduy en el Alto Perú, cuyo desempeño le permitióalcanzar el nombramiento de Capitana; María Remedios del Valle, una mujer negra que recibió elgrado de Sargenta Mayor de Caballería en el Río de la Plata; Catalina de Erauso, “la monja Alférez”en Chile; Magdalena “Macacha” Güemes de Tejada, en el Noroeste argentino; Manuela Saénz en lagran Colombia, compañera de batallas de Simón Bolívar, las “rabonas” en Perú y Bolivia y muchasmás, siendo éstas sólo algunas de las historias “invisibilizadas” sobre la actuación de las mujeres enel frente de combate (Barrancos, 2007: 140-141; Dillon, 2008: 128-130, 178-187; Gamba, 2007:172;Ministerio de Defensa de Chile; 2007; Sosa de Newton, 2008: 21-35).Ellas representaban a las transgresoras, aquellas que osaban cuestionar o subvertir con su accionarel orden establecido – que intentaban en vano desterrarlas del ámbito público para limitarlas al ámbitoprivado. Como viene demostr<strong>and</strong>o una nueva corriente de historiadoras latinoamericanas durante lasúltimas dos décadas, en la época de la colonia ya existía una participación femenina <strong>info</strong>rmal en elámbito militar mayor que aquella que la historia oficial mostraba. Esta imagen ocultada se opone aaquella “más difundida”, que ubicaba a las mujeres de clase alta en labores de costura y bordado -por ejemplo las Patricias Mendocinas - y a las pertenecientes a los estratos más bajos acompañ<strong>and</strong>oa sus esposos, amantes, hijos o hermanos detrás de la línea de combate, en tareas auxiliares comoenfermeras, cocineras o costureras de uniformes y tiendas de campaña (Barrancos, 2007: 56-88;Dillon, 2008; Sosa de Newton, 2008: 21-35).1Al respecto es necesario destacar que existen diversas corrientes sobre análisis de género, para ello se sugiere ver Susana Gamba (2007).10<strong>Security</strong> <strong>and</strong> <strong>Defense</strong> <strong>Studies</strong> <strong>Review</strong> <strong>2010</strong> <strong>Fall</strong>-Winter Issue / Edicíón Otoño-Invierno <strong>2010</strong> / Edicão Outono-Inverno <strong>2010</strong> / Volume 11
La organización e institucionalización de los ejércitos nacionales a fines del siglo XIX, dentro delas etapas de consolidación de los Estados latinoamericanos, excluirían definitivamente la presenciafemenina. Recién en el siglo siguiente sería contemplado su ingreso a la esfera militar aunque conrestricciones, qued<strong>and</strong>o recluida al cuerpo profesional o asimilado. 2 Esta situación representaba unadesventaja para las mujeres, ya que los escalafones más altos se encontraban en el cuerpo com<strong>and</strong>oo de línea 3 , al cual sólo podían acceder los hombres (Lucero y Cóvolo, 2008: 5). En otras palabras,el acceso a los puestos de m<strong>and</strong>o y toma de decisiones les estaba vedado. Esta característica redoblóla discriminación trasladándola también al plano económico, ya que a menor jerarquía en el cargoocupado menor remuneración (Villalobos, 2007: 12).La historia militar sudamericana las aceptó permitiendo su acceso recién a partir de 1974 conla creación de la “Escuela de Servicio Auxiliar Femenino del Ejército” y el “Servicio FemeninoMilitar” en Chile – si bien existen antecedentes que nos remontan a los primeros intentos en 1937en el mismo país. Desde entonces este proceso tuvo continuidad en las instituciones castrensesregionales, manteniendo un mismo patrón: el ingreso en puestos de servicios (Ministerio de Defensade Chile; 2007; Sosa de Newton, 2008: 36-37; Donadio y Mazzotta, 2009: 50-52).Mientras tanto, la experiencia de consolidación democrática regional compartida durante ladécada de los ochenta, fue acompañada por un creciente interés en el control de la sociedad civil sobrelas Fuerzas Armadas (Diamint, 1999: 42; Bobea, 2008: 65, Mathias, 2008: 15-2). Estas experienciasse complementaron con una fuerte promoción de los derechos humanos a nivel internacional,reflejado en la ratificación de tratados y convenios, impulsados desde distintas organizacioneslocales y mundiales 4 . Todos estos procesos coincidieron durante la década de los noventa con latransformación de los países latinoamericanos desde dos planos diferentes: el político-social, con lareforma del Estado, y el económico, a través de la aplicación de políticas de corte neoliberal.Estas innovaciones se cristalizarían en el ámbito militar, con la transición de las Fuerzas Armadastradicionales a posmodernas 5 , según la interpretación de Charles Moskos, en el marco de un sistemainternacional alterado por la finalización de la Guerra Fría (Moskos, Williams, Segal: 2000; Bobea,2008: 65). En este contexto también convergió la promoción de los derechos de las mujeres - através de la ratificación de tratados y convenios contraídos por los gobiernos latinoamericanos; ladifusión de éstos en foros y congresos regionales e internacionales; la creación de programas, planesde acción y comités específicos que incorporarían la perspectiva de género en las políticas públicas 6 -result<strong>and</strong>o de este proceso el progresivo incremento del personal femenino dentro de las institucionescastrenses.A comienzos del segundo milenio, una sociedad sudamericana tradicionalmente machista, reflejóestas transformaciones a través del ascenso de mujeres a posiciones de poder político, lleg<strong>and</strong>o aocupar el 39% y 32% de los cargos ministeriales en Ecuador y Chile respectivamente (Luna, Rozay Vega, 2008: 8). Incluso en un reducto históricamente masculino como es el ámbito de la Defensa,accedieron siete mujeres a este cargo distribuidos entre cinco países: Argentina, Colombia, Chile,2Se entiende a aquel personal militar que con una profesión adquirida en el ámbito civil se incorpora a las Fuerzas Armadas o bien que adquiere dichaprofesión dentro de la institución militar para brindar servicios de apoyo.3Se entiende a aquel personal militar formado para cumplir tareas específicas relacionadas con el combate y que tienen capacidad de m<strong>and</strong>o.4Algunas de las más significativas son: Convención Americana sobre Derechos Humanos (San José de Costa Rica, 1969); Convención de NacionesUnidas para Prevenir y Sancionar la Tortura (1984); Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura (1985); Conferencia Mundial deDerechos Humanos (Viena, 1993).5Se entiende por fuerzas armadas posmodernas al concepto elaborado por C. Moskos “(…) un ejército de pautas flexibles, reclutamiento voluntario(en algunos casos multinacional), formador de recursos humanos profesionales, con roles más diversos y de mayor inclusión social (…)” (Moskos,Williams, Segal: 2000).6Entre las más relevantes se encuentran: 1ª Conferencia Mundial sobre la Mujer (México, 1975) 2ª Conferencia Mundial sobre la Mujer (Copenhague,1980); 3ª Conferencia Mundial sobre la Mujer (Nairobi, 1985); 4ª Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995) y su Plataforma de Acción,Beijing + 5 (Asamblea General Especial de la ONU); Plan de Acción Regional sobre Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y Social deAmérica Latina y el Caribe (La Habana, 1977), Preparación para la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer y reuniones regionales (Mar del Plata,1994; Santiago de Chile, 1997; Lima, 2000), Convención para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW, 1979), ConvenciónInteramericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Belem do Pará, 1994).<strong>Security</strong> <strong>and</strong> <strong>Defense</strong> <strong>Studies</strong> <strong>Review</strong> <strong>2010</strong> <strong>Fall</strong>-Winter Issue / Edicíón Otoño-Invierno <strong>2010</strong> / Edicão Outono-Inverno <strong>2010</strong> / Volume 11 11
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