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y su mujer habían muerto aplastados bajo un camión.<br />
Fue entonces cuando se enteró de la existencia de una mujer que había sido amante de su padre<br />
y vivía en Francia. Consiguió su dirección. Necesitaba desesperadamente un ojo imaginario que<br />
siguiera ob<strong>ser</strong>vando su vida ¡y por eso, de tiempo en tiempo, le escribía largas cartas!<br />
25<br />
Hasta el final de su vida Sabina seguirá recibiéndolas de ese triste corresponsal rural. Muchas<br />
de ellas quedarán sin leer, porque el país <strong>del</strong> que provienen le interesa cada vez menos.<br />
Él anciano murió y Sabina se fue a vivir a California. Aún más al oeste, aún más lejos de<br />
Bohemia.<br />
Vende bien sus cuadros y le gusta Norteamérica. Pero sólo la superficie. Lo que está debajo es<br />
un mundo extraño. No tiene allí abajo ni a un abuelo ni a un tío. Tiene miedo de <strong>ser</strong> encerrada en un<br />
féretro y sepultada en tierra americana.<br />
Por eso un día escribió un testamento en el que estableció que su cuerpo debía <strong>ser</strong> quemado y<br />
las cenizas esparcidas. Teresa y Tomás murieron bajo el signo <strong>del</strong> peso. Ella quiere morir bajo el signo<br />
de la levedad. Será más leve que el aire. Según Parménides ésta es una transformación de lo negativo<br />
en positivo.<br />
26<br />
El autobús se detuvo ante un hotel de Bangkok. Nadie tenía ganas ya de organizar reuniones.<br />
<strong>La</strong> gente andaba en grupos por la ciudad, algunos visitaban los templos, otros iban a los bur<strong>del</strong>es. El<br />
amigo de la Sorbona invitó a Franz a salir por la noche, pero él quería estar solo. Estaba oscureciendo<br />
cuando bajó a la calle. Seguía pensando en Sabina y sentía su larga mirada que siempre le hacía dudar<br />
de sí mismo, porque no acababa de saber qué pensaba Sabina. Esta vez también se sentía perplejo bajo<br />
aquella mirada. ¿No se ríe de él? ¿No cree que el culto que de ella hace es una tontería? ¿No quiere<br />
decirle que ya debería <strong>ser</strong> por fin mayor y dedicarse plenamente a la amante que ella misma le ha<br />
enviado?<br />
Se imaginó la cara con las grandes gafas redondas. Se dio cuenta de lo feliz que era con su<br />
estudiante. De pronto el viaje a Camboya le parecía ridículo e insignificante. ¿Para qué había venido?<br />
Ahora lo sabe. ¡Vino para darse cuenta de una vez por todas de que no eran las marchas, de que no era<br />
Sabina, sino su chica de las gafas la que constituía su vida real, su única vida real! ¡Vino para darse<br />
cuenta de que la realidad es más que un sueño, mucho más que un sueño!<br />
Entonces salió de la penumbra una figura y le dijo algo en un idioma desconocido. <strong>La</strong> miró con<br />
cierta extrañeza compasiva. El desconocido se inclinaba, sonreía y mascullaba constantemente algo<br />
muy urgente. ¿Qué le diría? Le pareció que lo invitaba a ir a algún lugar. Lo cogió <strong>del</strong> brazo y lo<br />
condujo. A Franz se le ocurrió que alguien necesitaba su ayuda. ¿Quizás no ha venido en balde? ¿Quién<br />
sabe si está destinado a ayudar aquí a alguien?<br />
Y de pronto junto al hombre que mascullaba había otros dos y uno de ellos le pedía en inglés<br />
que les diese dinero.<br />
En ese momento la chica de las gafas desapareció de su mente y volvió a mirarlo Sabina, la<br />
irreal Sabina con su gran destino, la Sabina ante la que se sentía pequeño. Sus ojos le miraban<br />
enfadados y descontentos: ¿Otra vez se había dejado engañar? ¿Otra vez se habían vuelto a aprovechar<br />
de su estúpida buena voluntad?<br />
Se soltó bruscamente <strong>del</strong> hombre que le cogía la manga. Sabía que a Sabina siempre le había<br />
gustado su fuerza. Cogió el brazo que otro nombre extendía hacia él. Lo apretó con fuerza e hizo volar<br />
al hombre por encima de él en una perfecta toa de judo.<br />
Ahora está satisfecho de sí mismo. Los ojos de Sabina seguían fijos en él. ¡Nunca volverán a<br />
verle humillado! ¡Nunca volverán a verle retroceder! ¡Franz ya no volverá a <strong>ser</strong> blando y sentimental!