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FINAL Sala de Togas 87 web

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TIEMPO LIBRE<br />

Ida Lupino <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la cámara. En 48 años <strong>de</strong> carrera actuó en 59 películas,<br />

escribió innumerables guiones y dirigió 8 filmes y más <strong>de</strong> 100 episodios <strong>de</strong> TV.<br />

Lee Remick <strong>de</strong>stila sensualidad recostada en su sofá en una<br />

secuencia <strong>de</strong> "Anatomía <strong>de</strong> un asesinato" (1959).<br />

En “La acusada” (The accused, William Dieterle, USA<br />

1949), notable ejemplo <strong>de</strong> cine negro en clave <strong>de</strong> drama judicial,<br />

la profesora protagonista encarnada por Loretta<br />

Young, que por entonces rodaba siete u ocho películas al<br />

año y acababa <strong>de</strong> ganar el óscar en 1947, mata a uno <strong>de</strong> sus<br />

alumnos que la ataca sexualmente. Dieterle sortea con tino<br />

la doble prohibición <strong>de</strong>l código Hays, retrata violación y<br />

crimen y justifica el homicidio en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la propia<br />

“honra”. Vista con los ojos <strong>de</strong> hoy, <strong>de</strong>spren<strong>de</strong> un tufillo machista<br />

ya que si no es por el policía que se enamora <strong>de</strong> ella<br />

–un auténtico acosador interpretado por un engolado Robert<br />

Cummings- ahorcan a la violada, pues ella solita se incrimina<br />

a las primeras <strong>de</strong> cambio. Moraleja: Sé antipática y<br />

distante con tus alumnos o atente a las consecuencias.<br />

“Ultraje” (Outrage, Ida Lupino, USA 1950) arranca con un<br />

plano cenital en el que una mujer aparece dando tumbos<br />

por una calle, la cámara la sigue mientras vemos los créditos<br />

iniciales. Con esta elegante elipsis en clave <strong>de</strong> cine negro<br />

se introduce el ataque que sufre la protagonista interpretada<br />

por Mala Powers. En 1950 Ida Lupino era la única<br />

fémina que dirigía películas en Hollywood, quizá por ello<br />

presenta a la mujer como víctima <strong>de</strong> una doble agresión, la<br />

<strong>de</strong> su violador y la <strong>de</strong>l sistema. Y no la corresponsabiliza, ni<br />

en todo, ni en parte. La agredida, superada por la presión<br />

<strong>de</strong>l entorno, huye <strong>de</strong> su familia, <strong>de</strong> su novio, <strong>de</strong> su cotidianeidad,<br />

vencida por la doble moral <strong>de</strong> una comunidad hipócrita<br />

don<strong>de</strong> los ofendidos acaban sintiéndose culpables. Su<br />

<strong>de</strong>sarraigo, su anhelo <strong>de</strong> <strong>de</strong>saparecer, <strong>de</strong> ser otra persona<br />

diferente, son parte <strong>de</strong> una con<strong>de</strong>na autoimpuesta. Moraleja:<br />

No salgas sola <strong>de</strong> noche.<br />

Un auténtico clásico y pedazo <strong>de</strong> dramón judicial, con guion<br />

milimétrico, excelentes interpretaciones y música <strong>de</strong> Duke<br />

Ellington es “Anatomía <strong>de</strong> un asesinato” (Anatomy of a<br />

mur<strong>de</strong>r. Otto Preminger, USA 1959). Gran parte <strong>de</strong> la intriga<br />

gira en torno a la ropa interior <strong>de</strong> la presunta violada,<br />

una frívola, sexy, <strong>de</strong>scarada y muy seductora Lee Remick.<br />

El metraje incorpora a los diálogos palabras por entonces<br />

vetadas (esperma, putón, anticonceptivos, etc.) aunque<br />

usuales. La tensa y constante ambigüedad <strong>de</strong>liberada continúa<br />

tras el veredicto lo que plantea serias dudas sobre la<br />

eficacia judicial frente a la dualidad <strong>de</strong> la verdad y la mentira.<br />

Aunque un pelín larga, es todo un peliculón. Moraleja:<br />

Hagas lo que hagas, ponte bragas.<br />

La década <strong>de</strong> los setenta experimenta una banalización<br />

<strong>de</strong>l hecho <strong>de</strong>lictivo que se ve reducido a adorno <strong>de</strong> una trama<br />

que trata sobre otra cosa o excusa para el lucimiento <strong>de</strong><br />

bellas mujeres en estado <strong>de</strong> sumisión. En “Crónica <strong>de</strong> una<br />

violación” (Dupont Lajoie, Yves Boisset, Francia 1975) la<br />

agresión sexual con muerte es un insignificante pretexto<br />

para hablar <strong>de</strong> la incipiente xenofobia francesa, gracias a la<br />

cual un libidinoso y acomodado burgués escurre el bulto a<br />

costa <strong>de</strong> unos trabajadores inmigrantes árabes. A sus tiernos<br />

21 añitos Isabelle Huppert es violada por primera vez<br />

en la pantalla gran<strong>de</strong> (en 2016, sesentona ya, repitió trasunto<br />

bajo la atenta mirada <strong>de</strong> un gato) en una horrible escena<br />

rodada con tal cru<strong>de</strong>za y realismo que daña la vista<br />

con su voyerismo autocomplaciente. Moraleja: cuidadín<br />

con el topless y las cremas solares.<br />

Y la regulera aunque glamurosa “Lápiz <strong>de</strong> labios” (Lipstick,<br />

Lamont Johnson, USA 1976) se sube al carro <strong>de</strong> la<br />

erotización <strong>de</strong>l <strong>de</strong>lito amarrando con preciosos pañuelos<br />

<strong>de</strong> seda a la supermo<strong>de</strong>lo más famosa <strong>de</strong>l momento, Margaux<br />

Hemingway, la sobrina <strong>de</strong> Ernest, una real hembra<br />

para cuyo lanzamiento como actriz Dino <strong>de</strong> Laurentis produjo<br />

este film que obtuvo poca taquilla y críticas feroces.<br />

Una vez más, la secuencia <strong>de</strong> la violación nos <strong>de</strong>ja ávidos <strong>de</strong><br />

una justicia que no se alcanza en el proceso judicial posterior<br />

pues, con argumentos insultantes tanto para la víctima<br />

como para el espectador, el violador queda impune y la víctima<br />

<strong>de</strong>sma<strong>de</strong>jada. Sólo el afán <strong>de</strong> proteger a su hermana<br />

pequeña –real y ficticia- <strong>de</strong>l reinci<strong>de</strong>nte lascivo <strong>de</strong>spierta la<br />

furia y sed <strong>de</strong> venganza <strong>de</strong> la protagonista, que luce divina<br />

<strong>de</strong> la muerte con su vestido <strong>de</strong> noche rojo y su fusil. Anne<br />

Bancroft lo borda, como esforzada fiscal en el primer juicio<br />

en busca <strong>de</strong> una con<strong>de</strong>na que no llega, y como abogada <strong>de</strong>fensora<br />

<strong>de</strong> la víctima erigida en victimaria en el segundo.<br />

Moraleja: La misma <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1929.<br />

Sin <strong>de</strong>jar la pertinaz traslación <strong>de</strong> culpabilidad, pero incrementando<br />

el oprobio con la violación en manada <strong>de</strong>staca<br />

“Acusados” (The accused, Jonathan Kaplan, USA 1988),<br />

basada en la agresión que sufrió en 1983 Cheryl Araujo,<br />

violada en una ciudad <strong>de</strong> Massachusetts sobre la mesa <strong>de</strong><br />

billar <strong>de</strong> una taberna por seis hombres, ante varios más<br />

que jaleaban a los agresores. En la cinta, una portentosa<br />

Jodie Foster, borrachuza, bailonga y con antece<strong>de</strong>ntes varios,<br />

es violada por tres hombres sobre una máquina <strong>de</strong>-<br />

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