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No es –o al menos así lo percibimos los miembros del Consejo- que los<br />
servicios de la Administración hayan provocado tal aumento, sino que los<br />
contribuyentes han tomado conciencia primero de la existencia del<br />
Consejo, segundo de su utilidad, y tercero del ánimo y disposición de la<br />
Administración para atender las quejas fundadas de los ciudadanos.<br />
Unos cuantos datos dan fe y fundamento a tal percepción. El porcentaje<br />
de quejas estimadas –quejas en las que se da la razón al contribuyente, se<br />
corrige la actuación de la Administración o, cuando tal corrección no es ya<br />
posible, se toman las medidas adecuadas para que el problema no vuelva a<br />
plantearse- se mueve entre el 60 y el 70 por ciento. El porcentaje de quejas<br />
en las que el contribuyente se muestra conforme con la primera<br />
contestación recibida del servicio que ha motivado la queja se eleva al 97<br />
por ciento. El peso porcentual de quejas por defectuoso funcionamiento de<br />
los servicios se mantiene estable mientras se eleva el número total de<br />
quejas lo que indica, como antes he señalado, un creciente número de<br />
quejas también sobre aplicación de normas tributarias –sustantivas y<br />
procedimentales- con el consiguiente aumento de la complejidad y la<br />
diversificación de los temas que se someten a la consideración del Consejo.<br />
Estas cifras explican que la primera preocupación de quienes nos<br />
incorporamos al Consejo en el año <strong>2001</strong> fuese la de preservar una de las<br />
notas que más tiene presente el Consejo en su actuación: la rápida<br />
tramitación y respuesta de las quejas recibidas.<br />
Ello supuso una redistribución del trabajo dentro, claro está, de las<br />
posibilidades que ofrece la normativa de organización aplicable, cargando<br />
un mayor peso del trabajo diario en la Unidad operativa y en las<br />
Comisiones de trabajo que ha permitido seguir ofreciendo una celeridad de<br />
tramitación más que notable dentro del cuadro de las Administraciones<br />
públicas y que permite a la Comisión y al Pleno concentrar su trabajo en las<br />
cuestiones más complejas, siempre subrayando que la principal tarea del<br />
Consejo consiste en tramitar adecuadamente –día a día- las quejas<br />
presentadas por los ciudadanos.<br />
Quien compare la Memoria del <strong>2001</strong>, con las anteriores Memorias<br />
advertirá sin duda que esta decisión consciente de bascular las labores del<br />
Consejo hacia las quejas de los ciudadanos no podía sino reflejarse en una<br />
disminución del trabajo del Consejo en cuanto realizar sugerencias o<br />
elaborar propuestas de modificación de las normas que regulan los tributos.<br />
El Consejo, en efecto, ha cambiado su dirección en este sentido<br />
concentrando su labor de sugerencias y propuestas en aquellos problemas<br />
que –bien por el número de quejas recibido o por propia iniciativa- parecen<br />
más necesitados de tal preocupación.