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JOSÉ VARELA ORTEGA - Prisa Revistas

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“El liberalismo en España ha tenido y tiene figuras<br />

admirables; pero nuestra historia de hoy es la<br />

historia de un país pobre, exhausto, aniquilado por<br />

tres siglos de aventura en América… A nuestros<br />

hombres les ha faltado el pedestal…, la masa, el pueblo…<br />

y también la cultura” 20 .<br />

La revolución liberal siempre tendrá<br />

un obstáculo formidable en una resistencia<br />

absolutista que, como expresaba el padre<br />

Orri, el padre puñal, se concreta en los gritos<br />

de “¡viva la religión!, ¡muera la patria y<br />

la nación!, ¡viva el rey absoluto! y ¡mueran<br />

las leyes!” 21 . Y por debajo de esa resistencia<br />

absolutista, la resistencia de un orden tradicional<br />

a un orden liberal, capitalista y urbano:<br />

“Es posible que todas las guerras civiles modernas<br />

no sean más que la lucha del campo contra la ciudad;<br />

del campo, que queda inmóvil, contra la ciudad<br />

que cambia y evoluciona” 22 .<br />

Una constatación que se abre al patriotismo<br />

del desfallecimiento y que se expresa<br />

bien en la evocación de Álvaro Mendoza<br />

en el momento de cruzar la frontera,<br />

una evocación que recuerda la generada<br />

por otro cruce de frontera, el de Larra camino<br />

de Portugal, en época similar:<br />

“Al llegar a la frontera, al notar la tranquilidad<br />

y el orden que reinaba en Francia, llevó su imaginación<br />

inmediatamente con melancolía, hacia las tierras<br />

de España, a aquella nave de los locos, desgarrada,<br />

sangrienta, zarrapastrosa y pobre que era su país” 23 .<br />

Hay dos percepciones de la patria<br />

complementarias en Memorias de un hombre<br />

de acción. La primera conecta con la ya<br />

aludida honda conciencia de la necesidad<br />

de la patria para el escritor, presente a lo<br />

largo de la obra de Baroja. De modo paralelo<br />

al pintor, el escritor necesita el contacto<br />

con la tierra natal para poder llevar<br />

adelante su obra. Este contacto es, en última<br />

instancia, garantía de una vida digna.<br />

En un diálogo entre Aviranta y Aguado en<br />

Los caudillos de 1830 se hace referencia al<br />

tema:<br />

“Sí, será verdad; pero no se puede vivir más<br />

que en el propio país; lo demás es vegetar, llevar una<br />

vida mísera y disminuida”. “En esto tiene usted razón”<br />

24 .<br />

Una idea que se repite en un diálogo<br />

entre Mansilla y Tilly en La isabelina:<br />

20 Los caminos del mundo, op. cit., vol. III,<br />

pág. 625.<br />

21 Con la pluma y con el sable, op. cit., vol. III,<br />

pág. 830.<br />

22 Las furias, op. cit., vol. IV, pág. 601.<br />

23 La nave de los locos, op. cit., vol. IV, pág. 1388.<br />

24 Los caudillos de 1830, op. cit., vol. IV, pág. 128.<br />

Nº 110 n CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA<br />

“Ambos se hallaban cansados de la vida en el extranjero<br />

y convencidos de que únicamente en el propio<br />

país se puede prosperar” 25 .<br />

Junto a esta necesidad vital del patriotismo<br />

está presente la reacción ante la crítica<br />

exterior a la patria. El narrador la manifiesta<br />

en El amor, el dandismo y la intriga:<br />

“Si algunas veces yo chocaba con las opiniones<br />

de Delfina llevándole la contraria, ella me hería siempre<br />

que hablaba de España y de los españoles. La mala<br />

opinión que tenía de nosotros me irritaba, y a veces<br />

le replicaba violentamente” 26 .<br />

Pero junto a “… este lado negativo del<br />

patriotismo (reacción de la soberbia herida<br />

frente a la impertinencia y hostilidad del<br />

extranjero)”, señalaba José María Salaverría,<br />

“existe también en Pío Baroja la parte positiva.<br />

Es esa íntima simpatía que a lo largo<br />

de su extensa obra literaria pone al describir<br />

las cosas, el ambiente, las personas típicas<br />

y las grandes creaciones de la patria que<br />

mejor se avienen con su humor descontentadizo<br />

y amargo” 27 . Una visión positiva que<br />

es siempre complementaria al rechazo de<br />

un patriotismo retórico, de “final de banquete”,<br />

ajeno al patriotismo de la crítica y<br />

el dolor, con orígenes en la obra de Larra,<br />

en el que Baroja coincide con el resto de sus<br />

compañeros de generación.<br />

La doble lealtad vasca<br />

y española<br />

Es muy significativo de la visión patriótica<br />

de Baroja su lealtad a un sentimiento vasquista<br />

que atraviesa a lo largo de su obra y<br />

también Memorias de un hombre de acción.<br />

Por debajo de su enfrentamiento al nacionalismo<br />

sabiniano, late en Baroja un sentido<br />

de la doble lealtad al País Vasco y a España<br />

que es una de sus grandes contribuciones<br />

a la cuestión tratada. Su nostalgia<br />

por el pueblo vasco se hace sentir claramente<br />

en La ruta del aventurero:<br />

“Parece que este pequeño pueblo tiene la conciencia<br />

vaga de su desaparición, de su absorción por<br />

los de alrededor, y le queda la tristeza y el orgullo de<br />

los pueblos viejos que se hunden sin dejar apenas rastro<br />

de su existencia” 28 .<br />

Pero no sólo se trata de nostalgia, sino<br />

de un auténtico orgullo vasquista el que<br />

tiene expresión en Baroja. Escribe así en<br />

La veleta de Gastizar:<br />

25 La isabelina, op. cit., vol. IV, pág. 256.<br />

26 El amor, el dandismo y la intriga, op. cit., vol. IV,<br />

pág. 737.<br />

27 J. M. Salaverría: ‘Retratos’, en Fernando Baeza<br />

(dir. de ed.): Baroja y su mundo, vol. II, pág. 154. Arión,<br />

Madrid, 1961.<br />

28 La ruta del aventurero, op. cit., vol. III, pág. 1.<br />

ANDRÉS DE BLAS GUERRERO<br />

“¿Que estas comarcas que nos rodean, que han<br />

hablado dialectos latinos, tienen más cultura que nosotros<br />

por el uso de un idioma más civilizado que el<br />

nuestro? ¿Y eso qué importa? Nosotros queremos vivir<br />

en nuestro país, sin tener gran cosa que ver con los<br />

que hablan esas jergas latinas” 29 .<br />

Un amor por el País Vasco que tiene en<br />

don Pío una manifestación de especial afecto<br />

por el País Vasco francés:<br />

“La verdad es que este país vascofrancés es encantador,<br />

más templado que el vascoespañol, menos<br />

montañoso y más soleado, parece hecho únicamente<br />

para dormir y soñar. Yo no he visto nada más<br />

ingenuo, más suave, ni más amable. Allí no hay preciosidades<br />

artísticas, ni gente muy rica, ni gente muy<br />

pobre; todo es alegre, pequeño, sin exageración, claro,<br />

reposado” 30 .<br />

Este sentimiento de fidelidad al pueblo<br />

y la cultura vasca viene acompañado, como<br />

el resto de la obra barojiana, por una defensa<br />

de la singularidad vasca antes de la<br />

cristianización:<br />

“Contra la brujería, contra el paganismo innato<br />

y contra la libertad sexual del país vasco, el cura católico<br />

ha luchado a brazo partido, con energía, con<br />

honradez y con fanatismo.<br />

Jehová y los cultos semíticos latinos han vencido<br />

a los dioses locales; la unidad dogmática y absoluta,<br />

a la variedad y a la libertad.<br />

Han vencido en toda línea, es cierto; pero quizá<br />

al vencer han esterilizado para siempre lo bueno y<br />

original que podía haber en el país vasco” 31 .<br />

Elementos suficientes todos ellos para<br />

justificar una relectura vasquista de la obra<br />

barojiana, una relectura que no ha faltado<br />

en la literatura vasca de hoy, siempre que<br />

esa relectura se abra al profundo sentido<br />

de la doble lealtad nacional presente en el<br />

escritor donostiarra. Carece de cualquier<br />

fundamento, en todo caso, la adjudicación<br />

a Baroja de unos sentimientos antivasquistas<br />

que nunca van más allá de su oposición<br />

al nacionalismo sabiniano. A este imaginado<br />

antivasquismo se referirá el autor en<br />

1935:<br />

“El supuesto antivasquismo tampoco lo advertirá<br />

el lector en mis obras. Yo he escrito mucho del<br />

País Vasco, y siempre con simpatía. Tal simpatía no<br />

se extiende a los ultramontanos. Éstos, por su fanatismo,<br />

por su odio al libre examen y a la verdad limpia<br />

y pura, me parecen productos exóticos, antirraciales,<br />

que han ahogado con sus férulas durante siglos<br />

la originalidad que podía haber en nuestro pueblo” 32 .<br />

Baroja niega cualquier manifestación<br />

de opresión nacional en el pueblo vasco; en<br />

29 La veleta de Gastizar, op. cit., vol. III, pág. 55.<br />

30 El amor, el dandismo y la intriga, op. cit., vol. IV,<br />

pág. 776.<br />

31 Las mascaradas sangrientas, op. cit., vol. V,<br />

pág. 77.<br />

32 Op. cit., vol. XVI, pág. 1340.<br />

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