JOSÉ VARELA ORTEGA - Prisa Revistas
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CONCIENCIA NACIONAL<br />
todo caso, apunta, estaríamos ante una reacción<br />
en defensa del privilegio:<br />
“El guipuzcoano no ha sentido nunca opresión<br />
alguna; al revés, el guipuzcoano ha visto que era uno<br />
de los privilegiados de España, lo que le ha dado<br />
una posición aristocrática dentro del Estado español”<br />
33 .<br />
Lo que no cabe es la confusión entre la<br />
defensa de la cultura vasca y la asunción de<br />
un programa político separatista:<br />
“Pero ¿por qué eúscaros y bizkaitarristas se hayan<br />
dedicado a encubrir sus ideas sacristanescas con<br />
el eucarismo, hemos de desear los vascongados que<br />
desaparezca el vascuence? No. Ni los demás españoles<br />
tiene motivo para desearlo. El vascuence no ha hecho<br />
separatista a nadie. La provincia vascongada en<br />
que más se habla el vascuence es Guipúzcoa, y no ha<br />
habido en ella nunca separatismo” 34 .<br />
En su visión del carlismo hay observaciones<br />
significativas en torno a la cuestión.<br />
Al fin y al cabo, la primera guerra civil ocupa<br />
el lugar central de sus escritos históricos.<br />
Aviraneta está dispuesto a conceder al carlismo<br />
un sentimiento patriótico no muy<br />
acorde con el paralelismo general entre revolución<br />
liberal y construcción nacional.<br />
Baroja está atento igualmente a la presencia<br />
de un componente vasquista en la primera<br />
guerra carlista, una sensibilidad que le emparenta,<br />
salvadas todas las distancias, con la<br />
visión foránea de Chaho. Por último, subraya<br />
lo que hay en el carlismo de “demagogia<br />
negra”, de ausencia en él de aristocracia<br />
y, en general, de proyecto con visos<br />
de establecerse en la Europa del primer tercio<br />
del siglo XIX.<br />
Componente nacional en<br />
‘Memorias de un hombre de acción’<br />
Las Memorias de un hombre de acción no<br />
son, efectivamente, una serie de novelas de<br />
intención nacional, similar a los Episodios<br />
nacionales de B. Pérez Galdós. Con todo,<br />
está presente en ella la obra de reconstrucción<br />
nacional abordada por el liberalismo<br />
español como una de sus necesidades estructurales.<br />
Resulta en este sentido un testimonio<br />
notable para la historia del nacionalismo<br />
español y un testimonio todavía<br />
más directo del calado de las convicciones<br />
patrióticas españolas que, en combinación<br />
con su sensibilidad vasquista, caracterizan al<br />
conjunto de la obra barojiana.<br />
Hay una última contribución de las<br />
Memorias de un hombre de acción a la construcción<br />
de un nacionalismo español. Es<br />
la contribución indirecta que se deriva de la<br />
33 Momentum catastrophicum, vol. XIII, pág. 671.<br />
34 Op. cit., ‘El vascuence’, vol. XVI, pág. 961.<br />
serie de las novelas barojianas al levantamiento<br />
de una historiografía española del<br />
siglo XIX. Baroja, además de novelista, era<br />
hombre de extensos conocimientos y, particularmente,<br />
de extensos conocimientos<br />
históricos sobre la España del siglo pasado.<br />
Él creía en la capacidad de la novela para<br />
penetrar en ese campo de conocimiento y<br />
hacerlo incluso con ventaja sobre la historia<br />
académica. Algunos episodios de sus<br />
novelas históricas constituyen investigaciones<br />
de primera mano sobre el curso de<br />
nuestra revolución liberal 35 y, con mayor<br />
razón, podemos decir algo parecido de sus<br />
breves ensayos históricos. Y es indudable<br />
que, en su conjunto, sus novelas históricas<br />
contribuyeron muy eficazmente a modelar<br />
la imagen que sobre nuestro pasado inmediato<br />
tuvieron los españoles del primer<br />
tercio del siglo XX. Sin llegar a la influencia<br />
de Benito Pérez Galdós, cabe conceder a<br />
Baroja la facultad de ser constructor parcial<br />
de nuestro pasado nacional. Una circunstancia<br />
que por sí sola obliga a recordar su<br />
nombre en un intento de reconstruir las<br />
vicisitudes de nuestro mal conocido nacionalismo<br />
español.<br />
El nacionalismo de Baroja<br />
Permítanme unas palabras finales sobre el<br />
nacionalismo de Baroja. ¿Qué es ser nacionalista?<br />
Hay una visión estrecha de esta condición,<br />
que lleva a identificarla con la posición<br />
de los “nacionalistas”. Merecerían esta<br />
calificación los políticos y escritores identificados<br />
con un discurso de exaltación nacional,<br />
de propensión chauvinista o abiertamente<br />
imperialista, tal como manifiestan en<br />
la vida francesa los seguidores de M. Barrés<br />
y los hombres de Action Française. De conformidad<br />
con esta visión estrecha de la etiqueta<br />
nacionalista harían justicia al adjetivo,<br />
en el primer tercio del siglo XX español, los<br />
hombres de Acción Española, autores como<br />
R. de Maeztu o Salaverría y los primeros<br />
manifestantes de una opción a favor del fascismo<br />
español, particularmente Giménez<br />
Caballero y Ledesma Ramos. No es éste el<br />
contexto nacionalista en el que encaja P. Baroja.<br />
Junto a este nacionalismo militante, se<br />
manifiesta en la vida española, del mismo<br />
modo que en el conjunto de la vida europea<br />
del momento, una conciencia nacional pacífica,<br />
fiel a sus orígenes liberales, que tiene<br />
su expresión en una movilización de signo<br />
35 Una referencia detallada a las fuentes históricas<br />
empleadas por Baroja en la redacción de Memorias de un<br />
hombre de acción, en C. Longhurst: Las novelas históricas<br />
de Pío Baroja. Ed. Guadarrama, Madrid, 1974.<br />
También, en Francisco J. Flores Arroyuelo: Pío Baroja<br />
y la historia. Madrid, 1971.<br />
patriótico, que rehuye en el mayor número<br />
de casos la identificación misma con posiciones<br />
declaradamente nacionalistas.<br />
Se trata de una conciencia nacional expresada<br />
en una identificación con el pasado<br />
histórico y la realidad cultural española,<br />
abierta al reconocimiento de otras manifestaciones<br />
culturales en el conjunto de la vida<br />
española, dispuesta a una rectificación de la<br />
planta política del Estado liberal, tal como<br />
se pondrá de manifiesto en la construcción<br />
del Estado integral republicano. Se trata de<br />
un nacionalismo débil, tan débil que no<br />
acostumbra a manifestarse como tal, imbricado<br />
en la tradición liberal decimonónica,<br />
que tiene su expresión en la línea política<br />
expresada por el partido liberal y, extramuros<br />
del régimen, por el complejo movimiento<br />
republicano. Una conciencia nacional<br />
que entronca con el intento de reforma<br />
intelectual auspiciado por la tradición krausista-institucionalista<br />
y que alcanza su plenitud<br />
política con la II República. El fracaso<br />
de la experiencia democrática en los años<br />
treinta, un fracaso inducido por las fuertes<br />
tensiones económico-sociales del momento,<br />
va a impedir concretar un nuevo proyecto<br />
nacional al fin interrumpido por el estallido<br />
de la guerra civil. En este proyecto se inserta<br />
claramente el programa nacional de Pío<br />
Baroja, un nacionalista, un patriota español,<br />
fuera de la tradición de los “nacionalistas”,<br />
del mismo modo que el grueso de la inteligencia<br />
liberal española del primer tercio del<br />
siglo XX. n<br />
Andrés de Blas Guerrero, es catedrático de Teoría<br />
del Estado de la UNED. Autor de Nacionalismo e<br />
ideologías políticas contemporáneas y Tradición republicana<br />
y nacionalismo español.<br />
26 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA n Nº 110