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JOSÉ VARELA ORTEGA - Prisa Revistas

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er olvidado “un factor tan capital<br />

como la velocidad de la<br />

luz”, está malinterpretando el<br />

término aberración, que es simplemente<br />

la diferencia entre la<br />

posición aparente y la posición<br />

real debida a la velocidad finita<br />

de la luz. Pero esta aberración<br />

es algo que la mecánica celeste<br />

tiene en cuenta desde el siglo<br />

XVIII. También dice Escohotado<br />

que “los cálculos clásicos no son<br />

groseramente inexactos debido<br />

al factor casual de que las distancias<br />

de los planetas al Sol son<br />

pequeñas”, pero precisamente,<br />

el único error apreciable (y con<br />

dificultad) de la mecánica celeste<br />

newtoniana era relativo a la<br />

precesión del perihelio de Mercurio,<br />

y esto se debe a su proximidad<br />

al Sol, que hace necesarias<br />

correcciones relativistas.<br />

6.<br />

Llegamos a la mecánica cuántica.<br />

Ésta es una teoría esencialmente<br />

lineal, de modo que sorprende<br />

que se mencione siquiera<br />

cuando se nos ha dicho<br />

repetidamente que lo lineal es<br />

el colmo de todos los males.<br />

Hay una segunda sorpresa agradable:<br />

por una vez se nos ahorra<br />

la tópica y temible discusión sobre<br />

la relación entre el libre albedrío<br />

y el principio de indeterminación,<br />

aunque sí se nos ofrece<br />

una descripción errónea de<br />

este último. Tras ello encontramos<br />

un resumen botánico y plagado<br />

de errores de las teorías<br />

cuánticas de campos y sus dificultades.<br />

Uno esperaría que el<br />

hecho de que las teorías cuánticas<br />

de campos contemplen partículas<br />

sin masa e interacciones<br />

mediadas por partículas masivas<br />

supusiese alguna diferencia conceptual<br />

importante respecto al<br />

esquema de materia inerte versus<br />

fuerzas inmateriales trascendentes.<br />

O que la suponga el hecho<br />

de que los campos cuánticos<br />

pueden neutralizarse mediante<br />

una transformación “gauge”. O<br />

que se busque el origen de la<br />

masa en la resistencia al movimiento<br />

que oponen los campos<br />

del vacío cuántico. ¿Será esto lo<br />

que quiere decir Escohotado<br />

cuando afirma que ahora hay<br />

Nº 110 n CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA<br />

“un demiurgo algo más alma<br />

mundi panteísta y algo menos<br />

Amo newtoniano”? Pero nuestro<br />

gozo en un pozo: al parecer,<br />

la mecánica cuántica sigue incurriendo<br />

en los mismos errores<br />

que la clásica 9 .<br />

7.<br />

Llega ahora el otro punto importante.<br />

“Frente a la materia<br />

inactiva de la mecánica clásica,<br />

sometida al poder omnímodo<br />

del soberano, la materia de la<br />

nueva física se autoorganiza”.<br />

Por ejemplo, el efecto Bénard<br />

pone de manifiesto la formación<br />

de “estructuras disipativas”. En<br />

efecto, cuando el gradiente de<br />

temperatura en un fluido alcanza<br />

un determinado valor crítico,<br />

las moléculas de fluido “se<br />

ponen de acuerdo” e inician un<br />

movimiento ordenado. ¿Qué<br />

mejor ejemplo de autoorganización?<br />

Pero para que se mantenga<br />

esta estructura ordenada, alguien<br />

externo tiene que mantener<br />

dicho gradiente. En los<br />

experimentos, este gradiente es<br />

el “parámetro de control” y<br />

quien lo controla es un experimentador<br />

exterior al sistema. En<br />

los sistemas reales, el controlador<br />

es el entorno del sistema.<br />

En cualquier caso, la “auto”-organización<br />

es relativa pues hace<br />

falta alguien o algo más ordenado<br />

externo al sistema que fije las<br />

condiciones para que dicho sistema<br />

se autoorganice.<br />

En definitiva, cuando los parámetros<br />

que aparecen en ecuaciones<br />

no lineales que rigen la<br />

evolución dinámica de un sistema<br />

físico (y que están determinados<br />

por condiciones externas<br />

a dicho sistema) alcanzan los valores<br />

adecuados, dichas ecuaciones<br />

pueden presentar soluciones<br />

que tienden a un atractor, y el<br />

comportamiento físico del sistema<br />

manifiesta una “estructu-<br />

9 Éste hubiera sido también un buen<br />

momento para comentar lo que realmente<br />

implicaría la restauración del determinismo<br />

a nivel cuántico para la estructura<br />

causal del espacio y el tiempo, lo que sin<br />

duda constituye uno de los descubrimientos<br />

más sorprendentes de toda la historia<br />

de la ciencia.<br />

ra”. Pero si el lector busca ejemplos<br />

en el libro de Escohotado<br />

irá de sorpresa en sorpresa. Por<br />

ejemplo, las estructuras disipativas<br />

pueden ser “un gas, un genoma,<br />

un planeta o un cadáver”.<br />

(¡Sin duda debe tratarse de un<br />

cadáver de La noche de los muertos<br />

vivientes!). Además, “en los<br />

sistemas simples los atractores<br />

suelen ser puntos”. Aquí Escohotado<br />

se muestra curiosamente<br />

conservador. Precisamente, uno<br />

de los logros fundamentales de<br />

la teoría del caos es el haber demostrado<br />

que los atractores extraños<br />

se presentan ya en los sistemas<br />

más simples en los que<br />

pueden aparecer: en sistemas<br />

con sólo tres grados de libertad.<br />

En cuanto a los atractores no extraños,<br />

muchos de ellos son periódicos<br />

(ciclos límite), pero quizá<br />

no conviene decirlo teniendo<br />

en cuenta que durante todo<br />

el libro se ha insistido en las<br />

maldades de lo periódico 10 .<br />

Todavía quedan sorpresas por<br />

llegar. Después de cantarnos las<br />

virtudes del no equilibrio como<br />

fundador de coherencias, Escohotado<br />

nos pone el ejemplo de<br />

la magnetización, ¡el ejemplo típico<br />

de una transición de fase<br />

en equilibrio! Y, finalmente, para<br />

dejar claro lo que es un atractor,<br />

¡nos enteramos que hasta el<br />

péndulo simple, el más puro<br />

ejemplo de sistema conservativo,<br />

tiene uno!<br />

No quisiera terminar el repaso<br />

de esta parte del libro sin<br />

plantear una pregunta que me<br />

intriga desde que hojeé por primera<br />

vez el libro y sus bonitas<br />

imágenes: ¿qué tienen que ver<br />

con todo esto las teselas de Penrose?<br />

El breve resumen anterior no<br />

agota, ni mucho menos, todas<br />

las inexactitudes, pero estas cosas<br />

son “cuestiones de detalle”<br />

10 Precisamente, la reacción de Belusov-Zhabotinsky<br />

constituye un ejemplo<br />

típico de atractor periódico. Es interesante<br />

ver la fantástica descripción que hace<br />

Escohotado de dicha reacción: se trata de<br />

dos fluidos (uno rojo y otro azul) que oscilan<br />

periódicamente sin mezclarse. No menos<br />

disparatada es la caracterización del<br />

efecto Bénard como un flujo turbulento.<br />

JAVIER GARCÍA SANZ<br />

que se “limitan a 100 páginas<br />

del libro (sobre un total de<br />

390)”. Al margen de esta pequeña<br />

trampa con los números<br />

(ya se sabe que el cálculo no es el<br />

fuerte del autor), uno se acuerda<br />

de aquél personaje de Woody<br />

Allen: cuando su novia le dejaba<br />

por feo, tonto, egoísta, inmaduro<br />

y desequilibrado, él contestaba:<br />

“Bueno, pero aparte de eso<br />

¿qué defectos tengo?”.<br />

Ahora es cuando se entienden<br />

las ventajas de la deducción<br />

sobre la inducción. Por inducción<br />

estaríamos autorizados a<br />

pensar que si la primera parte<br />

está llena de errores, la segunda<br />

no va a ser diferente. Sin embargo,<br />

la lógica deductiva nos<br />

dice que ex falso sequitur quodlibet,<br />

es decir, que la segunda<br />

parte puede estar exenta de disparates<br />

por mucho que los haya<br />

en la primera. Hay un inconveniente,<br />

y es que Escohotado nos<br />

ha dicho que “ambos niveles se<br />

realimentan sin pausa, como los<br />

órganos de un mismo cuerpo”,<br />

pero pasémoslo por alto por el<br />

momento y adentrémonos en la<br />

segunda parte. Para ello tenemos<br />

que atravesar un mare mágnum<br />

donde cabe un resumen de<br />

una tesis doctoral sobre la ingeniería<br />

financiera, un pasaje sobre<br />

las incomodidades de los pasajeros<br />

de Iberia, y otro sobre los<br />

problemas del consumidor para<br />

encontrar la chaqueta que quiere<br />

en unos grandes almacenes.<br />

Cuando el lector consigue situarse<br />

en este revoltijo, lo primero<br />

que se puede preguntar es cuál<br />

es el papel de la mecánica cuántica<br />

en un argumento centrado<br />

en atractores, estructuras disipativas,<br />

etcétera. La respuesta está<br />

en que la ingeniería financiera ha<br />

acudido a los métodos de la mecánica<br />

cuántica para “granulizar”<br />

los riesgos en las inversiones.<br />

¡Probablemente por no conocer<br />

la mecánica cuántica es por lo<br />

que Newton perdió 20.000 libras<br />

en el crack financiero de la<br />

Burbuja de los Mares del Sur!<br />

Resulta que los títulos se cuantizan<br />

de la misma forma que está<br />

cuantizada “la velocidad del espín<br />

electrónico”. Teniendo en<br />

cuenta que la velocidad del es-<br />

77

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